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El inicio de liga para reflexionar de la SD Huesca

Con solo un punto sumado en tres partidos, los azulgranas están protagonizando uno de sus peores arranques en Segunda División.

Cuco Ziganda, tras la derrota del viernes en Albacete.
Cuco Ziganda, tras la derrota del viernes en Albacete.
LOF

Aunque solo han transcurrido tres jornadas desde que se inició la liga, la SD Huesca se encuentra ya, como reconoció Cuco Ziganda en el Carlos Belmonte, "dándole vueltas a todo". Con solo un punto sumado de los primeros nueve y un juego que no despega, la lógica preocupación ha llegado al vestuario azulgrana y a las oficinas de El Alcoraz después de que en la visita del viernes ante el Albacete se repitiese la película ya vivida con el Cartagena. En la última acción voló un punto que había costado mucho trabajo recuperar. Si en el 2-3 con los murcianos se tuvo que lamentar un penalti evitable de Kento, en el 2-1 con los manchegos, después de que Juan Carlos empatase desde los once metros tras la expulsión de Pulido, Olaetxea se coló entre todos los defensas para cabecear a la red un centro lateral. "Un palo gordo", en palabras del técnico navarro.

Hasta el momento, el Huesca solo ha concluido un partido con algo que llevarse a la boca. Fue en el primer compromiso del curso, el 0-0 con el Levante en el que mostró una consistencia que después no se ha repetido. Ese arranque de un empate y dos derrotas, de hecho, es de los más pobres tanto de la entidad azulgrana en Segunda División como de la trayectoria profesional de Ziganda. En ambos casos, únicamente hay dos precedentes peores. En la 2011-12 tras los tres primeros compromisos los altoaragoneses aún no habían puntuado y lo mismo le ocurrió al entrenador en la 2009-10 con Osasuna. A los mandos del Oviedo, su destino previo al de El Alcoraz, la situación a estas alturas en los dos últimos ejercicios era solo ligeramente mejor a la actual con dos puntos conquistados. En la 2020-21 no festejó su primer triunfo hasta la quinta jornada y hace un año tardó cuatro partidos; curiosamente fue a domicilio contra el Huesca (1-2).

Ya en la previa del duelo con el Levante, Ziganda advirtió que "en dos o tres meses este equipo será muchísimo mejor de lo que es ahora". Adujo entonces que el grupo se estaba aún conociendo, algo que sigue sucediendo. El once inicial que está manejando en los primeros partidos dista de ser el definitivo. Más allá de lo que pueda suceder hasta que el mercado -marcado por las estrecheces económicas- eche el cierre el próximo jueves, las circunstancias están haciendo que futbolistas que en principio no tendrían que ser protagonistas, como los canteranos Anglada y Tomeo, estén teniendo que asumir mucha responsabilidad mientras los nuevos llamados a tener un peso específico relevante se acoplan al grupo. Otros que ya estaban y que también deben cumplir con ese rol les está costando sacar a relucir su mejor versión. Timor y Pulido sirven como ejemplo.

Hasta la fecha se ha apostado por el bloque con el que se pudo contar durante toda la pretemporada. El equipo titular del Ciudad de Valencia y el de El Alcoraz fue el mismo y para el del Carlos Belmonte solo se introdujo la novedad de Kento. El japonés, llegado a la disciplina azulgrana una semana antes del inicio de la liga, se ha tenido que poner a punto y lo mismo ocurre con los que se firmaron después, Sielva y Juan Villar y José Ángel Carrillo, cuyo fichaje se anunció el lunes pasado.

Esa continuidad en el once no implica que no se haya probado al resto de piezas. En los tres partidos se han agotado los cambios y entre los jugadores de campo con ficha del primer equipo disponibles solo no han tenido minutos Blasco y Vilarrasa.

Desde que dirige a los oscenses, para Ziganda el 4-4-2 ha sido inamovible. Con él quiere proponer un tipo de juego basado en la velocidad, la presión y el esfuerzo colectivo. Por momentos se ha logrado, pero no con la suficiente continuidad. La línea defensiva ha cometido fallos y peca de falta de contundencia, en la medular la creación es escasa y arriba se necesita más mordiente.

Queda trabajo por hacer, se atisba margen de mejora y si algo ha quedado claro es que el equipo pelea. Después de que entre el duelo con el Cartagena y el del Albacete solo hubiese cinco días de separación, ahora el Huesca ya no volverá a jugar hasta el domingo de la semana que viene, cuando reciba al Ibiza (18.30), tiempo para seguir buscando soluciones que sirvan para disipar las dudas con un buen resultado en El Alcoraz. 

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