La permanencia se sirve en tacita de plata

No queda nada y, a la vez, cuatro partidos son un mundo. Un solo punto separa a la SD Huesca de la permanencia y, al mismo tiempo, la situación sigue siendo compleja. Entre el todo y la nada se mueven el equipo azulgrana y sus rivales más directos para sortear el descenso y aferrarse un año más a la Liga. Una partida a varias bandas que puede empezar a decidirse a favor de los de Pacheta si salen victoriosos este sábado del Ramón de Carranza (18.30, Movistar LaLiga). Aguarda un Cádiz virtualmente salvado que lo puede de estar de forma matemática en función de los resultados previos, y las derrotas de Elche o Alavés también pueden hacer sonreír a los oscenses.

Se trata de uno de esos partidos en los que, a priori, el hambre de uno de los dos contendientes debe prevalecer sobre la comodidad del otro. No siempre es así, por supuesto. Pero el Huesca lleva toda la temporada en una perpetua situación de necesidad que ha logrado administrar en la segunda vuelta de la mano del técnico burgalés. Así que llega vivo, mucho más vivo de lo que cabía temer hace unos meses, y el triunfo de la pasada jornada ante la Real (1-0) resucitó a un bloque que había emitido señales preocupantes en la derrota con el Getafe (0-2). El cuadro oscense se presenta en la Tácita de Plata entero y reforzado en lo anímico pero lastrado en lo futbolístico.

La ausencia más dolorosa es la del central Pablo Insua, que esta semana se ha lesionado de gravedad. Se rompió en el entrenamiento del miércoles el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, una lesión casi idéntica a la que sufrió hace dos temporadas en Montilivi. Pacheta ya no podrá contar en estos cuatro partidos con el gallego ni viaja al Carranza el capi, Jorge Pulido, sancionado al igual que Jaime Seoane. Así, el entrenador deberá alinear una zaga inédita en la que convergirán tres futbolistas que hasta la fecha no habían actuado juntos. El eslovaco Debis Vavro, el griego Dimitrios Siovas y el uruguayo Gastón Silva.

Pacheta ha dispuesto de apenas dos entrenamientos para conjuntar una defensa a la que ya volvió con garantías Pablo Maffeo y que completará Galán. Los dos, apercibidos de suspensión como también lo está Doumbia. Pacheta recupera a cambio a Dani Escriche, sancionado ante la Real Sociedad, y a Javi Ontiveros. El talentoso extremo cedido por el Villarreal dispone aún de una cuádruple oportunidad para ser importante como lo fue en el último mes del pasado año, antes de caer en la irrelevancia con el nuevo preparador. En el centro del campo se apunta a una vuelta a los clásicos con Mosquera como acompañante de Mikel Rico para tratar de vencer en la batalla que planteará el Cádiz en todas las zonas del terreno de juego.

Los andaluces tienen los deberes hechos y su entrenador, Álvaro Cervera, no quiere que se dejen llevar en este final de curso. Los dos equipos se repartieron la temporada pasada las plazas de ascenso directo y el Huesca se llevó el título liguero en el sprint final. Los azulgranas no han ganado nunca en la Tacita de Plata y el propio Cádiz les propino el primer sopapo de esta campaña con aquel 0-2 de la segunda jornada. Es un conjunto al que tradicionalmente cuesta hincar el diente. Al menos presenta bajas sensibles como las de los lesionados Juan Cala, Álex Fernández y Luisimi Quezada. Está por ver si Cervera hará rotaciones, como dejó entrever en su rueda de prensa. Sin perder de vista a Elche, Valladolid y Alavés, el Huesca sabe que la permanencia está, sobre todo, en sus manos.