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SD Huesca: el empate por castigo

El equipo azulgrana sucumbió en Granada a males habituales que se remontan incluso a la pasada temporada en el equipo de un Míchel en entredicho.

Partido Granada-SD Huesca, de la 12ª jornada de la Liga Santander
Ontiveros se lamenta de la suerte del equipo oscense tras el 3-3 de Granada.
Antonio L. Juárez / LOF.

La SD Huesca estaba completando el mejor partido de la temporada y desarmando al Granada en su estadio. El gol de Shinji Okazaki a los 82 minutos se celebró con la pompa adecuada: la primera y merecida victoria se encontraba al alcance de la mano. Pero en tres minutos del 88 al 91, se desató la tormenta perfecta y se pasó del 1-3 al 3-3 con una última oportunidad para los locales que se estrelló en el palo. Más que tratarse de un lapso de tiempo aislado, de un rapto, el desenlace en el nuevo Los Cármenes prolongó la mala dinámica que está impidiendo el hallazgo del triunfo, de empate a empate y ya son ocho en 12 partidos, y recordó los problemas para defender tanto por alto como el balón parado para los de Míchel Sánchez, que sigue así en entredicho y con su futuro a expensas de lo que suceda el sábado ante el Alavés en El Alcoraz (18.30, Movistar LaLiga).

El azulgrana es el equipo de Primera División más golpeado por estos aspectos del juego. De los 20 goles en contra, siete se han producido en acciones de estrategia. Así se escurrieron entre los dedos los triunfos ante Eibar, Osasuna y Granada. Los armeros sorprendieron a la zaga tras un saque de esquina, replicado en la segunda parte por Rafa Mir (1-1), como también los navarros para invalidar el gol de Sandro a los cinco minutos; en su caso, con un remate de cabeza de David García a la salida de otro córner. El pasado domingo, Jorge Molina se anticipó a Siovas en el 88 para rematar con un testarazo un centro medido de Machís. En el 90, Germán aprovechó una falta lateral botada por Kenedy para superar en el salto a Pulido y Mosquera y hacer ineficaz la salida de Álvaro Fernández en el 90.

En la rueda de prensa posterior, el técnico se refirió a los “nervios” que habían acogotado al equipo tras el 2-3 para explicar esa cadena de acontecimientos. También desmintió, con un tono airado, que el Granada hubiese sido superior en el juego aéreo y justificó la elección de los cambios; esta vez, agotó los cinco reglamentarios. Los nazaríes solo ganaron un balón aéreo más (23) que los aragoneses (22), pero fueron más decisivos. La zaga del Huesca concedió tres de esas pelotas en el área grande y despejó cuatro. Recibió siete lanzamientos como consecuencia del balón parado. Al margen del gol de Germán, Gonalons y Soldado tuvieron oportunidades claras que se marcharon fuera. Yangel y Molina se toparon con el poste.

La SD Huesca chutó más y el Granada fue más preciso. Los rivales, por lo general, necesitan muy poco para hacer daño. Rui Silva detuvo cuatro lanzamientos y Siovas dos veces, Mosquera o Doumbia chutaron fuera. Una constante con casi todos los rivales en lo que va de temporada, que también extraen rendimiento de los últimos minutos de cada periodo. Sucedió con el gol de Luis Suárez en el 43 para replicar el de Mikel Rico en el 41 y con los de Jorge Molina y Germán. Pasó ante el Sevilla con En-Nesyri en el 83 para marcar el único tanto del duelo. Y antes, con Hazard (40) y Benzema (45 y 90) en el 4-1 de Valdebebas o Pombo en el 83 el día del Cádiz (0-2).

En un partido en el que Míchel dio la alternativa a Álvaro Fernández tras 11 jornadas con Andrés Fernández como titular como cambio más sensible de un once al que regresaron Pulido y Ferreiro en detrimento de Insua y Seoane, las sustituciones también generaron controversia a la luz del resultado final. El técnico defendió los de Juan Carlos Real y Dani Escriche, que en el 86 relevaron a Ferreiro y Borja García. Dos minutos antes de la hecatombe. Antes habían entrado Okazaki y Doumbia por Rafa Mir y Okazaki (minuto 64); en el 70, Ontiveros por Sandro Ramírez.

El técnico agitó el banquillo con 1-2 en el marcador y relevos naturales. El japonés anotaría el 1-3 y el costamarfileño, haciendo las veces de Rico, dispondría de una oportunidad para aumentar la cuenta. Ontiveros agitó el partido con ocasiones y asistencias a sus compañeros y, hasta el 87, pareció un plan ejecutado con precisión. Pero la reacción granadina situó en el ojo del huracán las decisiones de Míchel, que se parapetó en el argumento de que la gestión había sido “perfecta”, que estos futbolistas no tenían culpa de unos goles en los que Jorge Molina y Germán ganaron sus duelos aéreos. En el limbo de las decisiones que nunca se tomaron y con resultados que jamás se conocerán, la posibilidad de que se hubiera dado paso a Gastón Silva, a Pablo Insua o a los dos para acordonar las zonas de remate. Los de Diego Martínez ya tenían sobre el campo a Suárez, Molina, Soldado, Yangel, Machís o Kenedy. En todo caso, no está en el ADN del entrenador de la SD Huesca el remiendo defensivo, como ha mostrado en su año y medio en el cargo.

La pasada campaña ya pasaron factura los problemas para defender los balones áereos y las acciones de estrategia en encuentros como los de Almería, Soria y Lugo en el primer tramo del curso o de Santander en el decisivo. Fue también la primera vez que con Míchel Sánchez no bastaban más de dos goles para llevarse el triunfo; y la tercera vez esta campaña que los azulgranas se ponían por delante en el marcador, como ya sucedió ante Villarreal y Osasuna a domicilio, sin que alcanzara para vencer. En la anterior campaña en Primera, la SD Huesca ganó siempre que adquirió una ventaja de dos goles en el partido (las dos citas con el Eibar y frente a Valladolid y Girona), algo que tampoco ha servido ahora.

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