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Segunda derrota como local del Huesca

Los azulgranas no pudieron con un Rayo que les maniató desde el principio en el inicio de la segunda mitad.

Incómoda, en muchos momentos maniatada, siempre a remolque de lo que planteó el rival. A la SD Huesca le sigue costando enlazar victorias. Ante lo que aparecía como una buena ocasión para lograr la tercera consecutiva, frente a un contrincante, el Rayo Vallecano, en horas bajas que visitaba el inexpugnable Alcoraz, los azulgranas acabaron sufriendo un 0-2. La derrota es la segunda en su feudo y, al contrario que la primera contra el Albacete, considerada un accidente, está mostró un equipo que se encontró con serias dificultades aún a pesar de generar un buen número de ocasiones.

Los parámetros con los que concurrieron ambos adversarios eran diferentes. Si bien ambos tienen el cartel de recién descendidos y, por tanto, de favoritos a volver a Primera, hasta el momento solo los hombres de Míchel Sánchez, que se medía al equipo en el que desarrolló el grueso de su carrera como jugador y dónde se bautizó como entrenador de élite, estaban cumpliendo con esa condición siendo tercero en la clasificación. Enfrente, el duelo era una reválida para los vallecanos en la que el puesto de su técnico Paco Jémez, mentor y sustituto de Míchel en la plaza rayista, estaba en juego tras seis jornadas consecutivas sin sumar de tres en tres.

Muy intensos y físicos, los madrileños ganaron la partida táctica a los oscenses. Si ya ante la Ponferradina, en la anterior actuación ante su parroquia que se saldó con un 2-0, los azulgranas habían definido el cruce como el de mayor dificultades, el de este sábado le superó. Solo en el tramo final, cuando ya no quedaba más remedio que volcarse al ataque, se vio a un Huesca dominador. Hasta entonces, los altoaragoneses habían estado a merced del adversario o, como mucho, habían equilibrado fuerzas.

Lo visto en Alcorcón la jornada anterior, en un partido en el que se había conseguido romper la mala racha a domicilio con un convincente 0-2, gustó en el cuerpo técnico; tanto, que Míchel Sánchez optó por darle continuidad. Escriche siguió en el once en detrimento de Okazaki, al igual que Eugeni, fundamental en los anteriores compromisos, y Luisinho, que no actuaba como local desde el empate a uno con el Racing de la jornada once. La única novedad fue la inclusión de Raba por Sergio Gómez.

El partido arrancó con un Rayo muy activo que, a base de empuje y una activa presión, logró encerrar a los locales en su área, mostrando lo que sería ya la tónica general. La primera gran ocasión llegó a los diez minutos. Advíncula se adelantó a Luisinho por la izquierda y cedió a Embarba. El disparo salió centrado y Álvaro estuvo atento para blocar.

El Huesca no conseguía enlazar pases en el centro del campo, aunque en las contadas ocasiones en que lo hacía pronto se plantaba en las inmediaciones de la zona de influencia de Dimitrievski. En un saque de falta botado por Eugeni, Raba apareció por la esquina zurda colándose entre la defensa, pero no lo pudo aprovechar. El partido se había vuelto de ida y vuelta y, a continuación, Embarba culminó una contra de los madrileños, que Álvaro desbarató con su manopla.

La siguiente oportunidad local llegó también en una jugada a balón parado. En este caso, Raba sacó la falta desde la derecha y Juan Carlos, en la frontal del área, chutó alto. También lo intentó desde tres pasos más atrás Mikel Rico, que en los prolegómenos de la cita fue homenajeado por sobrepasar las cien apariciones como azulgrana.

Tras el efervescente comienzo de los franjirrojos, las fuerzas se habían ido equilibrando. De todos modos, fueron estos los que se pusieron por delante. A los 32 minutos, Pozo culminó una jugada de Embarba con un tiro al palo corto que acabó en la red.

El elevado tono físico de la contienda estaba derivando en muchas ocasiones en contactos al límite de lo legal y en faltas que quizá mereciesen por parte del colegiado Ocón Arráiz de alguna advertencia más, a parte del sonido del silbato. Sin embargo, el riojano fue reticente a llevarse la mano al bolsillo, lo que encendió a la grada. En el intermedio solo dos jugadores habían sido sancionados con amarilla, el local Pulido y el rayista Tito. Después se amplió la nómina, incluyendo a Mosquera, que se perderá la visita al Mirandés al ver la quinta tarjeta de su cuenta.

A pesar del golpe en el marcador y de los golpes sobre el césped, no solo físicos sino también de moral, a Ulloa se le invalidó un gol por fuera de juego y se temió por un posible penalti de Miguelón, el Huesca se mantenía vivo. Escriche pudo firmar el empate en una asistencia de Juan Carlos, pero mandó el esférico desde la izquierda por encima del larguero cuando se acercaba el final de la primera parte.

El segundo acto no pudo ponerse en marcha de peor forma para los intereses de los locales, cortocircuitados por la presión del Rayo. Pozo lo supo ver y lo aprovechó para conseguir el segundo de su cuenta, del Rayo y del envite.

Había que reaccionar, y desde el banquillo se ordenó un doble cambio. Entraron Ferreiro y Okazaki y se retiraron Eugeni y Juan Carlos. El de Baños de Molgas se acostó a la izquierda, mientras que el ariete nipón se colocó por delante de Escriche. El castellonense tuvo la primera ocasión tras la modificación táctica con un intento que careció de potencia.

La réplica madrileña consistió en un disparo cruzado de Embarba que se fue fuera por poco. El madrileño parecía decidido a marcar un gol y lo volvió a intentar desde lejos poco después. Más que el 1-2, lo que estaba cerca de ocurrir era el 0-3. De hecho, Álvaro lo salvó ante Andrés Martín. También Dimitrievski tuvo su momento de lucimiento a renglón seguido con una doble ocasión de Pulido y Escriche.

Se había olido el gol y los locales se vinieron arriba revolucionando su juego e impulsados por las nuevas energías de los recién llegados. El fútbol se hizo más directo y las bandas cobraron protagonismo. Tratando de dar aire a los suyos, Jémez retiró al bigoleador Pozo y dio entrada a Óscar de cara al tramo final.

Escriche volvió a percutir, fuerte, pero carente de intención, y el cancerbero visitante despejó de puños. Miguelón se internó, conectó con Okazaki, que se la devolvió, aunque el lateral tampoco pudo encontrar la red.

Quedaban diez minutos y Míchel optó por realizar su tercer cambio. Enfiló el camino de salida un fundido Raba y le entregó el testigo a Sergio Gómez. En el bando contrario, Jonathan ocupó el lugar de Embarba.

El Huesca lo siguió intentando, pero el gol no llegó. El tropiezo no emborrona lo hecho hasta ahora. En todo caso, es un recordatorio de la dureza de la Segunda División.

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