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Álex Gallar: principio y ¿final?
El catalán ha vuelto a marcar el primer gol de la temporada, como la pasada temporada en Éibar, mientras se define un futuro que puede llevarle al Girona en las próximas fechas.
Alex Gallar se ha habituado a convertir los goles históricos en algo común, casi rutinario. Los marca con la facilidad con que se abrocha las botas. El que señaló el ascenso en Lugo la noche del 21 de mayo de 2018, los dos del debut en Primera División en Eibar, del que este lunes se cumple un año, y el de este domingo en Las Palmas. Otra vez el primero de la temporada y, además, para abrochar una victoria que marca las direcciones en las que ha de seguir creciendo la Sociedad Deportiva Huesca. El catalán ha desmadejado un encuentro que se adentraba por terrenos inciertos y dado la primera alegría a un equipo necesitado de certezas.
Gallar, por el momento, no representa una de ellas. Hace unos pocos días se daba por segura su marcha al Girona. El amistoso del pasado 10 de agosto en Montilivi, que no jugó por problemas físicos, pareció una despedida azulgrana y un "hola" rojiblanco. La cláusula de rescisión, de unos dos millones de euros, ha paralizado la operación a falta de que el club gerundense obtenga más ingresos por ventas futuras. La de Stuani, por ejemplo. Gallar es futbolista del Huesca, al menos por ahora, lleva el dorsal 10 a la espalda y ha despejado cualquier duda (si es que la había) respecto a su profesionalidad.
Su suplencia no le ha desconectado del Estadio de Gran Canaria. En menos de 15 minutos, y con la enorme clase que atesora, ha definido el partido. Ha rematado una jugada de cuatro toques: saque de puerta de Álvaro García, pelota peinada por Escriche sin falta, pese a la revisión del VAR, y asistencia de Ferreiro para que Gallar anotara con solvencia. Es cierto que en la celebración del gol no ha mostrado una explosión de alegría; el contexto tampoco invitaba a ello.
La isla de Gran Canaria arde y el partido ha podido suspenderse si la Liga no hubiese tomado la determinación opuesta. El vestuario ha debido encajar la tragedia familiar de Javi Galán. Gallar ha mostrado su camiseta en un gesto emocionante. En una tarde en la que lo más aplaudido ha sido el paso de los hidroaviones para sofocar los fuegos cercanos, el ambiente no permitía demasiado margen a la euforia. El Huesca y Gallar han contenido el gesto para darle al triunfo una importancia medida. Ha tenido mucho de grito contenido pero liberador, de cierre del verano más complicado de la historia del club y de comienzo de una campaña que, al menos, ha contado con un arranque sólido e ilusionante.
La visita a la UD Las Palmas ha arrojado varias cuestiones positivas. Es precipitado hablar de conclusiones mediado el mes de agosto, y la falta de efectivos en ataque y defensa impide calibrar el nivel real del plantel de Míchel Sánchez. Pero la media hora larga de la primera mitad en que los oscenses atesoraron la pelota ha ofrecido apuntes más que interesantes y prefigura lo que puede ser el Huesca cuando se cuaje. Con ocho fichajes en el once más un Luisinho que ha jugado su primer partido oficial completo en once meses, la mezcla funciona.
Las soluciones en ataque y los chispazos de los Raba, Escriche y Juan Carlos echan en falta la presencia de un ‘nueve’ de los de toda la vida que se busca por tierra, mar y aire. Y ante las carencias en el centro de la zaga han replicado con una actuación señorial Pulido y Kike Hermoso; este último pide una oportunidad continuada en los planes de Míchel. La experiencia de Mosquera y el ubicuo Mikel Rico equilibran la bendita juventud de aquellos que apenas rebasan la veintena. Contra un rival en precario, el Huesca ha jugado, competido y sufrido. Ha ganado más que tres puntos.