Leo Franco se aferra a la vieja guardia

El entrenador argentino, que sigue muy cuestionado pese al empate con el Girona, ha mejorado al equipo al dar entrada a Ferreiro y Moi Gómez

Leo Franco, sentado en el banquillo del Alcoraz junto a Alfano y Pablo Orbaiz.
Leo Franco, sentado en el banquillo del Alcoraz junto a Alfano y Pablo Orbaiz.
Rafael Gobantes

Esta Sociedad Deportiva Huesca sigue encerrada en una paradoja que le impide disfrutar de la Primera División en todas sus dimensiones. Es mejor cuanto más se parece al equipo de Segunda, lo que en este caso es un elogio. Y peor cuando ha buscado alternativas tácticas o el papel de unos fichajes cada vez más invisibles del centro del campo en adelante. En este contexto, Leo Franco se ha agarrado en su examen final a la vieja guardia y a ideas tácticas que se habían convertido en un clamor popular.

Difícil será saber con certeza hasta qué punto se mueve el argentino por convicción y hasta donde por obligación e incluso consejo ajeno. Lo cierto es que más de medio equipo estaba presente en Lugo: Pulido, Akapo, Aguilera, Melero, Chimy, Cucho, Gallar, Moi Gómez, Ferreiro… Y la mayoría de ellos ha sido muy relevante para amarrar el empate con el Girona. Lo que conduce a otra reflexión: el bloque de la temporada pasada, ¿es válido para la máxima categoría o no alcanza, con el punto sumado de los 15 últimos en juego? ¿Se ha fichado mal?

En una jornada de zozobra, el entrenador argentino se ha agarrado a lo ya conocido. Era un día para agitar el avispero, aún a riesgo de que terminase ingresado en un hospital por las picaduras del Girona y empezando por la portería. La vuelta al doble pivote defensivo con Aguilera representa el epítome de la falta de claridad en las ideas del técnico. Si un jugador con el que no se cuenta al comienzo del curso ha de convertirse en el responsable del andamiaje defensivo en la zona central; si el mejor en los minutos de la reacción, Moi Gómez, es alguien a quien se desaprovechaba en el dibujo que el técnico trabajó desde la pretemporada; si el lateral izquierdo acaba siendo Ferreiro, y además funciona…

Así, resulta laborioso diferenciar lo aprendido de lo improvisado. Leo Franco ha dejado de reiterarse en el error pero el funcionamiento de la plantilla sigue evidenciando carencias extraordinarias para competir al más alto nivel. Tal vez sea una cuestión de nivel de futbolistas, o del peso de competir en un contexto con una exigencia extraordinaria, donde sigue sin asumirse del todo que el más pequeño error cuesta puntos. Que Primera División no es la Segunda con oropeles. Que hay mucho más, y que encima cada fin de semana llega un rival que deja un aprendizaje duro. El de hoy, menos traumático.

Hay algo de artificial en las lecturas que realizan algunos jugadores y que se plasman sobre el terreno de juego en las improductivas primeras partes del Huesca. Se dice que, en esta Liga, se utiliza medio partido para asentarse y que por ese motivo resulta más complicado atacar al rival. Solo hay que echar la vista atrás y repasar el rendimiento de los azulgranas del minuto 1 al 45 para concluir que hay que darle alguna que otra vuelta a esta teoría. Tirar ese lapso de tiempo es un lujo que no puede permitirse un recién ascendido que ha de aprender a tomar la pelota con decisión y criterio.

Hay piezas para ello. Y cabe detenerse en Moi Gómez, el penúltimo capítulo del laborioso camino de Leo Franco hacia un once tipo si es que no se le echa antes encima una destitución de momento postergada. El valenciano era otro de los perjudicados dentro del encorsetado 4-4-2 del argentino y casi había caído en el olvido que se trata del centrocampista más talentoso con el balón y suma más de cien apariciones en la Liga. Señalado y detectado el problema del pivote, que con dos jugadores de corte defensivo se palía en parte, persiste el de la creación de juego y ocasiones. Y la varita mágica de Moi tiene mucho que añadir.

En cambio, se percibe a Melero y Cucho lejos de su momento idóneo. Agarrotados físicamente, maniatados por las urgencias del equipo y el papel principal que deben jugar. Ni la liberación táctica ha mejorado al madrileño ni la posición de nueve favorece al delantero que acaba de estrenar internacionalidad absoluta con Colombia. Pero un Huesca con dos fichajes de momento inocuos, Longo y Gürler, se abona a la nostalgia del tiempo pasado. Ya es sabido que las cualidades de ambos maridan con la efervescencia de Chimy, quien si sumase capacidad de gol a su coraje sería llamado muy pronto por la albiceleste. Falta adaptación a las nuevas exigencias, y las jornadas pasan y pesan. Los azulgranas, al menos, cuentan con el apoyo inagotable de la grada, que ha vuelto a responder en un ambiente de ruido de sables en torno al futuro del entrenador.

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