Propósito de enmienda en la SD Huesca

Los azulgranas reciben al Girona este domingo dispuestos a romper la mala dinámica y a sumar la primera victoria en casa. Cita crucial para el futuro de Leo Franco (12.00)

Leo Franco da instrucciones a sus futbolistas durante uno de los entrenamientos de esta semana.
Leo Franco da instrucciones a sus futbolistas durante uno de los entrenamientos de esta semana.
Rafael Gobantes

Un mes de septiembre negro ha arrebatado a la Sociedad Deportiva Huesca parte de la alegría infinita que le acompañó a la cima del fútbol mundial. Cuatro derrotas han deteriorado la ilusión del comienzo y arrastrado al equipo azulgrana a la última plaza de la clasificación. Más allá de lo tangible, la mala racha ha situado en el ojo del huracán a Leo Franco, que ha atravesado la semana más complicada de su todavía corta carrera como entrenador. Y la cita de este domingo a mediodía con el Girona en El Alcoraz (12.00) adquiere, entre otras muchas interpretaciones, la de examen final para el argentino. Una mala nota puede suponer su adiós al banquillo y se atisba un nuevo cambio de dibujo con protagonismo para Juan Aguilera.

El cese es una de las variables que se contemplan en el club azulgrana. La menos deseada y la más radical. El debate sobre la valía o no de Leo para dirigir al Huesca en Primera ha eclipsado otras consideraciones como la propia naturaleza del rival o la situación de una plantilla que asume su parte de responsabilidad en que los oscenses no hayan celebrado un gol desde el de Gallar en el Camp Nou el 2 de septiembre, que además no sirvió de nada. La sequía se prolonga ya durante 319 minutos, lo que en la Liga equivale a atravesar el Sahara sin cantimplora. El equipo se parece muy poco al de la brillante victoria táctica y colectiva en Ipurua y al del empate hercúleo en San Mamés.

Del técnico se discuten otros aspectos al margen de su bisoñez. El primero es la reincidencia en el error. Su insistencia en aspectos tácticos que se han revelado ineficaces y en vueltas atrás sobre lo que ya parecía corregido y superado. La expresión máxima de este problema se vivió en el Metropolitano. Leo Franco pretendía recuperar el rendimiento de Éibar y se aparecieron los fantasmas de Barcelona. Y encima, sin la intensidad inicial de aquel domingo en el que Cucho pareció traer la primavera y se cerró con una goleada heladora. Más allá de la anécdota, que no fue tal, y de enfrentarse a Messi aquel 8-2 abrió una primera sima en la confianza de los oscenses.

El martes ante el Atlético, el argentino volvió a creer que Melero y Musto se bastarían para oponer resistencia al centro del campo colchonero y que era una buena idea utilizar dos puntas para desbrozar una de las mejores defensas del fútbol mundial. La candidez en la presión y la brecha entre lo que los jugadores creían que debía hacerse y las órdenes que se les encomendaron provocaron el desastre. Noche plácida para el Cholo Simeone y catastrófica para su compatriota y excompañero de vestuario. Todo lo que podía salir mal salió peor y el resto de resultados de una jornada aciaga arrastraron a los altoaragoneses a la última plaza.

Para lamerse las heridas, el Huesca regresa a un Alcoraz con el que se siente en deuda. Las dos derrotas ante Rayo Vallecano y Real Sociedad (0-1) han mostrado a un equipo facilón, escaso en ritmo y solo urgido por la desventaja en el marcador. En las antípodas del que alcanzó la Primera División e hizo de su estadio una trinchera. Se habló de la falta de puntería para establecer el motivo central de ambas decepciones, pero reducir el análisis a la ausencia de gol sería quedarse en la epidermis. Leo Franco busca su equipo. Los futbolistas, dar lo mejor de sí. En algunos casos son pálidas versiones del curso anterior o rinden por debajo de lo esperado.

Va por Luisinho

El fútbol da segundas, terceras e incluso cuartas oportunidades y el Huesca jugará a la hora del vermut con un claro propósito de enmienda. También, con todas las ganas del mundo de dedicarle la victoria, la primera de la ciudad en la élite del fútbol, a Luisinho. El lateral portugués se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha en el choque del Wanda y se perderá seis meses del campeonato. Las desgracias nunca vienen solas; encima, se regodean. Adiós a un defensa con experiencia y cumplidor, querido en el vestuario y que pasará ahora a enardecer a sus compañeros desde la barrera.

Para sustituirle, Leo Franco puede escoger entre Brezancic y Akapo, este a pie cambiado. El serbio es la opción natural y ya superó sus problemas en un dedo del pie. Aún no ha debutado en la categoría como sí lo hizo el internacional guineano en el Wanda, donde además el técnico le dedicó palabras elogiosas. Pulido puede completar la zaga; su suplencia el martes tiene poca explicación. Por delante, la ubicación de Juan Aguilera daría más libertad de movimientos a Melero y acompañamiento en labores de contención a Musto. Arriba jugarían Gallar, Ferreiro y Musto. La duda en la portería, otra cuestión nuclear, también pende sobre la libreta del argentino en el día que puede marcar un punto de inflexión.

Camacho confesó en la ofrenda a San Lorenzo su cansancio con el hecho de que todos los partidos se califiquen de «históricos». Tiene razón. El de este domingo es un día para recuperar los valores del juego que definían al Huesca no hace tanto. Después ya llegará la hora de volver a sonreír.

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