El Alcoraz cierra un año inolvidable

El Huesca recibe al Nàstic en el partido final como anfitrión tras consumar su ascenso en Lugo. Rubi dará entrada a algunos jugadores menos habituales.

Aficionados esperaron este sábado a los jugadores a la salida del entrenamiento en El Alcoraz para conseguir autógrafos y fotografías.
Aficionados esperaron este sábado a los jugadores a la salida del entrenamiento en El Alcoraz para conseguir autógrafos y fotografías.
Rafael Gobantes

Un año inolvidable, una temporada cuyos destellos permanecerán con nitidez en la retina de los aficionados, quedará clausurada este domingo en El Alcoraz (20.30). En su recinto dirá adiós la Sociedad Deportiva Huesca a la Segunda División, esperando ya un próximo compromiso oficial que se producirá en el mes de agosto como flamante equipo de Primera. Tras encontrar el lunes en Lugo la puerta de entrada al firmamento futbolístico, el partido ante el Nàstic de Tarragona servirá sobre todo para dar continuidad a los festejos, si bien los azulgranas se han marcado un último reto para redondear aún más el ascenso. Como expuso el técnico Rubi el viernes, cuando anunció su marcha, el Huesca tratará de presentarse en la mesa presidencial del fútbol español con un título bajo el brazo, el de campeón de la categoría de plata.

No es un objetivo menor el de añadir un trofeo a las vitrinas del club, aunque evidentemente la importancia del mismo queda relativizada por el suceso histórico acaecido, por un ascenso a Primera División que ha desparramado la felicidad por las calles y plazas de Huesca y de la provincia altoaragonesa.

El 0-2 en el Anxo Carro de Lugo no solo situó al equipo oscense en el nirvana balompédico, también resultó válido para que aprovechara el tropiezo del Rayo Vallecano y asiera con sus manos de nuevo el bastón de mando clasificatorio. Con dos puntos de renta y el golaverage particular desfavorable con los madrileños, los encuentros frente al Nàstic y el Oviedo dictaminarán el producto final de una campaña que a día de este domingo ya ha roto todos los esquemas prefijados cuando la competición echó a andar el pasado verano del 2017.

En todo caso, pase lo que pase en el epílogo del campeonato, nada podrá empañar lo que es una hazaña sensacional, la de un club discreto en posibilidades económicas que ha discutido el teórico dominio de rivales con más historia y poderío. A estos no les ha quedado otra que ver por televisión cómo el Huesca protagonizaba la madre de todas las fiestas para celebrar la consecución del sueño eterno del ascenso.

El once, una incógnita

Para medirse a un Nástic de Tarragona con muchas urgencias, el entrenador azulgrana, Rubi, dispone de todos sus jugadores. Si en pasadas jornadas el once inicial ha mantenido el grueso de su estructura y tan solo ha mostrado algunas mínimas variaciones, la de este domingo es una formación titular plagada de incógnitas. Está condicionada por el enfoque que le deseé dar al choque un técnico que ha demostrado este año que va sobrado de ambición y ahora busca la cátedra con el título de Segunda. "Hay una mezcla de cosas. Por un lado hay que hacer un reconocimiento a la gente que ha llevado el peso, pero también a los que no lo han tenido y merecen jugar algún partido", matizó Rubi sobre el equipo que tenía pensado armar contra el Nàstic. "Aunque tengo que detectar que haya ganas e ilusión por jugar; si las hay es más fácil recompensar a todo el mundo. Es lo que me gustaría, aunque no va a ser posible porque somos 21", certificó.

En las filas enemigas, el entrenador José Antonio Gordillo fue claro al definir qué le había parecido el ascenso del Huesca. "Mentiría si no dijera que me alegré", dijo el técnico grana, quien anhela encontrarse por ello a una escuadra local sin el mismo ardor competitivo.

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