Rubi, el triunfo de la sencillez

El técnico ha liderado desde el banquillo un histórico proyecto basado, entre otros factores, en la humildad, el trabajo y la profesionalidad. Tres valores que definen también su personalidad.

Joan Francesc Ferrer 'Rubi', entrenador del Huesca, da instrucciones durante la sesión matinal de este miércoles en el IES Pirámide.
Joan Francesc Ferrer 'Rubi', entrenador del Huesca, da instrucciones durante un entrenamiento.
Rafael Gobantes

Hablar de Joan Francesc Ferrer 'Rubi' es hablar de una persona sencilla, trabajadora, honesta, metódica y directa. Cinco características que, a grandes rasgos, sirven para definir la personalidad del hombre que ha elevado a la SD Huesca al olimpo del fútbol nacional.

Natural de la localidad catalana de Vilasar de Mar, el técnico aterrizó a orillas de El Alcoraz en silencio, sin grandes promesas ni falsos alardes. Solo y completamente alejado de su familia, que permaneció en Cataluña. Allí, al calor de técnicos de la talla de Pep Guardiola o Tito Vilanova, fue donde comenzó a forjar una carrera que, quién sabe, tal vez acaba de alcanzar el punto más álgido de su trayectoria. Una forma de vida que los últimos meses ha ido dedicada íntegramente a vivir por y para la Sociedad Deportiva Huesca. Y ahí, a la vista de todos, están los resultados.

Jornadas maratonianas, de 10 horas de trabajo, en las que su único objeto era estudiar y preparar el próximo encuentro. Nunca iba más allá, lo único y más importante siempre fue el siguiente partido. A su lado, inseparable, un cuerpo técnico con el que ha compartido buenos y malos momentos todo el año, dentro y fuera del campo, y que, además, terminó constituyendo uno de sus principales apoyos durante esta última temporada en Huesca.

Junto a todos ellos pulió y dio forma a un proyecto dotado de una estricta metodología de trabajo, en la que jamás se dejó que algo quedase al azar. La sensatez fue en todo momento el eje central, tanto deportiva como institucionalmente.

Rubi siempre se mostró a lo largo de toda la campaña como una persona serena y moderada, que no se deja llevar por las grandes emociones. Dos virtudes que consiguió mantener intactas tanto a nivel personal como deportivo. Su amabilidad y cercanía le convirtieron también en un hombre admirado y respetado. No solo por la afición, también por unos medios de comunicación a los que extraña vez les cerraba las puertas de una sesión de entrenamiento.

Accesible y sin decir una palabra más alta que otra, Rubi conservó en todo momento un discurso honesto, sincero y ambicioso. Nunca tuvo ningún inconveniente en reiniciar una comparecencia de prensa si una cámara no había recogido su primera respuesta. "Volvemos a empezar, lo que necesitéis". Con esa simple y espontánea afirmación el técnico mantenía su serenidad frente a los micrófonos el tiempo que fuera necesario.

Una moderación que únicamente abandonó el pasado lunes en la sala de prensa de Lugo, cuando sus futbolistas irrumpieron radiantes de felicidad para celebrar junto a su entrenador un éxito de dimensiones estratosféricas. El triunfo del Huesca es también el triunfo de Rubi. Una persona que, tanto en el fútbol como en la vida, ha sabido hacer de la sencillez su mejor virtud.

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