La celebración de Chimy Ávila que un recogepelotas “nunca olvidará”

El argentino festejó su último gol en El Alcoraz elevando a uno de los niños que ayudan en los encuentros, y que se convirtió en protagonista improvisado.

Chimy Ávila y Miguel se reunieron de nuevo en El Alcoraz para recordar la celebración.
Chimy Ávila y Miguel se reunieron de nuevo en El Alcoraz para recordar la celebración.
SD Huesca

Minuto 52 de juego, domingo 14 de enero, El Alcoraz, Cucho Hernández se escapa por la banda derecha y sirve perfecto para que Chimy Ávila dispare a la red del Numancia. Y allí, junto al poste izquierdo de la portería del gol Sur, el pequeño Miguel contempla la jugada como uno de los recogepelotas que dispone el club en los encuentros. Desde allí ve el balón cruzar la línea, y seguidamente llegar al delantero argentino, que no duda en cogerlo en brazos y levantarlo por los aires, convirtiéndole en protagonista inesperado de la representación de la felicidad plena.

“Vi que la jugada era buena, por lo que cuando le echó el pase Cucho ya me levanté porque pensé que podía ser gol. Cuando lo vi entrar, me puse a celebrarlo y llegó él y me levanto por los aires”, recuerda el pequeño, todavía con cierta emoción, asegurando que “nunca olvidarᔠese momento, ni el abrazo posterior, también con Álex Gallar, que acudió a festejar el tanto con su compañero.


Chimy Ávila y Miguel se volvieron a reunir la pasada semana, nuevamente sobre el césped de El Alcoraz, aunque ahora en solitario, rememorando la escena en un vídeo que el club ha compartido bajo la etiqueta de #abrazodegol. Chimy quiso regalarle, además, al pequeño la camiseta blanca del equipo con su nombre y dorsal, y las firmas de todos los jugadores, como recuerdo de su aportación, simbólica pero valiosa, en una de las jornadas gloriosas del Huesca en su estadio, ya que finalmente el equipo venció 2-1 al Numancia para seguir líder de la clasificación.

Y si el chico asegura que no olvidará el gesto de Chimy, también para el argentino es un grato recuerdo, por la celebración en sí y también por todo lo que representaba. “La emoción del chico, la de nosotros por el gol... Acabamos muy felices todos. Fue algo que se me cruzó y al final fue un lindo recuerdo”, añade, recordando que tenía dos opciones: “o seguía de largo y lo chocaba, o lo alzaba a él”. “Después llegue a casa y vi el vídeo las fotos y me dio emoción. Haber ganado y celebrarlo con un chico tan humilde, me pone muy contento”, concluye el delantero argentino, para el que el pequeño Miguel fue casi un amuleto, pues el siguiente sábado en Lorca, volvió a marcar.

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