La llegada de Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’ al banquillo de la Sociedad Deportiva Huesca anunciaba cambios en el modelo de juego respecto al fútbol que los azulgranas practicaban bajo las coordenadas de Juan Antonio Anquela. Los nuevos conceptos que trajo bajo el brazo el técnico catalán se han ido vislumbrando poco a poco en los partidos, en los que una de las máximas a aplicar es la de apoderarse del control del juego a través del balón. En tres de los cuatro encuentros disputados por el Huesca ha sido así. Sin embargo, en lo que más están destacando los oscenses es en la seguridad defensiva, algo que equipara a Rubi con los mandatos de Anquela.

Tanto para el veterano entrenador andaluz como para el preparador barcelonés no es posible levantar un sólido edificio si este no se apoya sobre firmes cimientos. Lógico. Es por ello que el entramado defensivo se ha convertido igual en una de las grandes obsesiones del metódico Rubi, como lo era antes para Anquela.

El Huesca, además, ha ido creciendo en ese tipo de parámetros hasta convertirse en la cuarta mejor retaguardia del campeonato de plata después de que se hayan quemado cuatro fechas del calendario. Con dos goles encajados, solo el imbatido Alcorcón y el Cádiz y el Sporting, con un tanto cada uno, tienen mejores números que el bloque aragonés, hasta la fecha esculpido con granito.

La progresión que marcan los datos defensivos es elocuente, porque en el estreno de la temporada en Soria esas cifras no se asemejan a las que presenta el Huesca en las posteriores tres jornadas. Así, en la derrota por 1-0 ante el Numancia el equipo local realizó 15 disparos, de los cuales 6 fueron a puerta. En la segunda jornada, en la que los de Rubi vencieron al Lorca en El Alcoraz (2-0), los anfitriones solo concedieron un disparo a portería con cinco intentos locales. En Pamplona ante Osasuna, en la segunda salida para el Huesca, los navarros anotaron un gol con un solo disparo entre los palos, habiendo ejecutado un total de doce disparos. Ante el Sevilla Atlético, el pasado fin de semana en El Alcoraz, hubo solo dos golpeos visitantes sin encontrar la meta de Remiro.

Las paradas del portero son otro guarismo de referencia en el capítulo defensivo. Si en Soria tuvo que intervenir en cinco ocasiones, ante el Lorca y el Osasuna esa cifra bajó a una, mientras que ante el Sevilla Atlético el arquero navarro no realizó ni una parada.

El total de dos goles recibidos en los cuatro primeros partidos le permite al Huesca igualar el mejor registro histórico en sus ocho campañas en Segunda. También lo logró el conjunto oscense el pasado curso con Anquela.

Destaca en alguna otra estadística defensiva el Huesca, que es por ejemplo el tercer equipo de la categoría que más remates ha interceptado (15). Además, eleva el mérito de su sobriedad el hecho de que los altoaragoneses hayan tenido que enfrentarse al lanzamiento de 28 córners por parte de los rivales. Es la segunda escuadra con más lanzamientos desde la esquina en su contra.

La otra cara de la moneda

Pero como suele suceder, todo tiene su contrapunto y en este caso, para el Huesca, la otra cara de la moneda es la que revela el principal déficit que presenta: el aporte ofensivo. Con tres goles en su haber, dos de ellos en un mismo partido, el crecimiento oscense pasa por alcanzar el equilibrio defensa-ataque con unos números más poderosos en campo contrario. Se trata especialmente de afinar la puntería, porque la producción de disparos a portería es superior a la de sus enemigos en los últimos tres partidos. El Huesca acumula once intentos entre los tres palos, tres ante el Lorca, dos en Pamplona y seis ante el Sevilla Atlético. En total son once frente a los tres en contra.

"Lo primordial es que se generen ocasiones. Luego la pelota puede entrar o no. El problema es cuando uno no genera nada. La situación en este año es solo cuestión de tiempo. Nada más", aseguró ayer el delantero Ezequiel Rescaldani. En León tendrá el domingo el Huesca (12.00) una nueva opción para ajustar sus constantes.