Morir luchando es el objetivo del Real Zaragoza hasta el final de temporada. Prolongar sus opciones de salvación el máximo tiempo posible y, si pudiera ser, tener una mínima oportunidad para lograr la permanencia. Tras una larga racha de 14 partidos consecutivos en los que los zaragocistas solo lograron reunir tres tristes puntos, los pupilos de Manolo Jiménez hicieron los deberes ante el Espanyol sumando su tercera victoria del curso. La primera obtenida lejos de La Romareda.

No mucho ha cambiado en el contexto de la Liga. El conjunto aragonés sigue sumido en lo más profundo del pozo y la ley del vértigo aconseja que su mirada se permanezca fija hacia el frente. Nada de cuentas de la lechera ni futuro que vaya más allá que del próximo compromiso a disputar frente al Real Betis Balonpié.

Dependiendo del resultado que la Real Sociedad coseche en su enfrentamiento con el Sevilla de Míchel, la salvación se encontrará a una distancia u otra. Una derrota de los donostiarras acercaría la brecha de la salvación a los nueve puntos. El empate o la victoria vasca aleja el abismo hasta los diez. Lugar donde se encuentran Granada y Mallorca, que acumulan 25 puntos en lo que va de competición.

Nada se ha logrado todavía más allá del derecho a sufrir. Y a levantar la cabeza tras demostrar que los aragoneses pueden competir, e incluso vencer, a un conjunto situado en puestos europeos. En un campo en el que solo Madrid y Osasuna habían sabido sacar una victoria hasta ahora.