​Un termómetro de fe

Recibe al Numancia en La Romareda con el reto de romper su mala racha y con la opción de volver a la 6ª plaza.

Ranko Popovic dialoga con varios jugadores mientras ejecutan ejercicios de estiramientos en el ensayo de La Romareda
Ranko Popovic dialoga con varios jugadores mientras ejecutan ejercicios de estiramientos en el ensayo de La Romareda
Guillermo Mestre

Tarde de examen eliminatorio en La Romareda. El Real Zaragoza, después de más de dos meses de lastres en el equipo en forma de lesiones y sanciones, de dudas, mal juego e insuficientes resultados, recibe al Numancia (18.15/La Sexta) con la extrema obligación de ganar si no quiere verse atrapado en un valle de depresión de difícil evacuación. Además, tras la derrota de la Ponferradina en Barcelona, tiene a mano la posibilidad de recuperar la 6ª plaza, para lo que necesita vencer por al menos tres goles de ventaja.


Bajo la lluvia que anuncia el parte meteorológico, el equipo aragonés tiene pocas alternativas porque el tiempo, la liga, se acaba. Hoy, o sale triunfante o estrellado. La disyuntiva de opciones, tras los numerosos fallos encadenados desde mitad de febrero -con la única excepción de la victoria en Santander- ya no admite grises.


A la hora de la cena, esta noche solo habrá dos posibles estados de ánimo entre el zaragocismo. El horizonte se presentará blanco y despejado únicamente si el equipo de Popovic es capaz de sumar hoy los tres puntos ante los sorianos. Y, por el contrario, si no se retoma la senda de los éxitos como local, alrededor del plantel del Real Zaragoza los nubarrones negros aumentarán su tamaño y dejarán el futuro en penumbra.


Esta tarde no se concibe en ninguna previsión un nuevo empate, que sería el quinto consecutivo en La Romareda tras los consumados ante Llagostera, Lugo, Alcorcón y Sporting. Y, por supuesto, se tiene asumido que una derrota ante los numantinos generaría una sensación de desazón profunda, de muy negativa digestión.


Todos estos preámbulos se dan por descontados en el sentir general. La situación es la que es, cristalina, palmaria. Y solo tiene una salida positiva posible: volver a ganar, regresar a las sumas de tres en tres en la mayor parte de los ocho partidos que restan para terminar el torneo. Por eso, el duelo de hoy ejercerá el papel de termómetro de la fe entre todos los ámbitos del zaragocismo. En estos 90 minutos, va a poder evaluarse el grado de confianza que tiene el equipo en sí mismo, el que dispone la afición respecto de los jugadores. En definitiva, el estado real de las cosas.En el mundillo del fútbol, sin victorias no hay alegría. Y ante las malas rachas, si no se logra cortarlas en un plazo prudencial de tiempo, pocos suelen atender a razones, aunque en el caso del actual Zaragoza las haya de dimensiones relevantes para entender qué le puede estar sucediendo al bloque de futbolistas en este tramo liguero.


Ranko Popovic, que volverá a vivir el choque desde lo alto de la tribuna al cumplir su tercer partido de suspensión por el lío de Mallorca, es consciente de que la jornada viene cargada de electricidad. El equipo se ha caído de los puestos de promoción de ascenso a Primera División y ese simple, pero contundente, detalle ha significado la expansión de un estado de decepción natural y generalizado entre la hinchada. La curva de rendimiento del equipo, con deriva descendente, hace inevitable ese sentir. Si el Zaragoza tuviese ahora los mismos 49 puntos que porta en la clasificación, pero viniese de remontada desde puestos más bajos en la tabla, la moral de la tropa sería bien diferente, inversa incluso.


Este es el punto de fricción en cualquier análisis que se haga. Por un lado, desde el interior del club y el vestuario se sigue valorando, con buen criterio, que la temporada del Zaragoza, en las condiciones en las que está obligado a competir, está siendo notable. Por otro, desde círculos más externos y con gotas de acidez, la valoración se hace considerando que el equipo aragonés ha vivido desde agosto el 75 por ciento del tiempo en puestos de promoción y, por ello, ha generado unas expectativas que ahora está defraudando.


Todo tiene aún solución. Y, para ello, hoy es necesario recuperar el paladar de las victorias en La Romareda, que vio la última el 7 de febrero ante el Barça B (4-0), hace ya 78 días. Demasiado tiempo como para que el ruido no se oiga alrededor del equipo.


El Zaragoza sigue sufriendo su interminable serie de ausencias indeseadas. Hoy le toca el turno a Basha, al que un virus lo ha dejado griposo en las últimas 48 horas. Popovic va a modificar el once inicial en busca de una vocación más ofensiva. Fernández y Álamo apuntan a titulares. Insa jugará pese a estar mermado físicamente. A Galarreta se le espera durante el partido con aquellos galones que tuvo en sus mejores días. Y a Pedro. Y a Jaime. Y a Dorca. Y a la defensa. Y a los goles de Bastón...