Emergencia en el Zaragoza

La delicada situación del Real Zaragoza obliga a una solución de urgencia para garantizar su futuro.

Javier Lasheras, accionista del Real Zaragoza que encabeza las reuniones con Hacienda.
Javier Lasheras, accionista del Real Zaragoza que encabeza las reuniones con Hacienda

La falta de capacidad de los dueños del Real Zaragoza -Lasheras, Gamón y compañía- para hacer algo por gobernar la entidad; las populistas apariciones y desapariciones de Kabir Sheikh, permanentemente envuelto en dudas sobre su solvencia económica; las profundas incógnitas que rodean la posible llegada de una inversión mexicana... Todo conforma un terrible cóctel que envuelve al Real Zaragoza y obliga a una actuación que mucho más allá de singulares espectáculos garantice con seriedad el futuro de la entidad.


Hace mucho, mucho, que el tiempo corre en contra del Real Zaragoza. La agonía de la eternizada venta de Agapito Iglesias, el desinterés de los compradores por gestionar la entidad, la desaparición de los presuntos fondos que iban a hacer cargo del club, el retraso en el acuerdo con Hacienda... Todo ha contribuido a acercar a la sociedad a un más que incierto futuro.


Y la descomposición interna del grupo de empresarios que compró la entidad no ha aliviado, ni mucho menos, la convulsa situación por la que se conduce el club.


La cuestión mantiene en vilo al mundo del deporte, del fútbol y a las instituciones. Hace unos días fue Javier Tebas, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, el que llamaba la atención sobre la necesidad de allanar el camino hacia un comprador serio, que sea capaz de devolver el sentido al Real Zaragoza y unir a una afición desorientada. Tebas no dudó en calificar la situación de 'frikismo'.


Y se refirió, al mismo tiempo, a la importancia de allanar el camino para que quien de verdad esté interesado en garantizar la supervivencia del Real Zaragoza dé un paso al frente para salvaguardar el proyecto.


La necesidad de una garantía de inversión y una planificación institucional y deportiva resulta ya imprescindible a estas alturas. Y es algo que los propietarios –se supone que ocupados en vender- ni han prestado atención ni parecen capaces de asumir.


Se hace por tanto imprescindible una vía seria y solvente por la que conducir el proyecto, alejada tanto de los años de gestión de Agapito Iglesias como de este larguísimo mes de travesía por el desierto que, desde luego, no conduce a ninguna parte. Es el camino por el que parece querer adentrarse el promotor de la compra a Agapito, Javier Lasheras.


A la ocupación de la Liga de Fútbol Profesional –Javier Tebas no puede permitirse el lujo de perder una escuadra de la entidad, solera y trayectoria del Real Zaragoza-, se une la preocupación institucional. Es verdad que esta crisis se inicia ante la intervención directa en la gestión del Gobierno de Marcelino Iglesias; sin embargo, sería complicado entender que el Ejecutivo aragonés dejase morir una institución de referencia en Aragón. Es natural que el Gobierno observe con profunda preocupación los acontecimientos que rodean al equipo aragonés y, en la medida de sus posibilidades, contribuya a garantizar su continuidad.


El tiempo apremia y la actuación adquiere perfiles de emergencia. Menos de un mes para conformar un proyecto que devuelve su verdadero sentido al Real Zaragoza.