Espera y dudas

La inacción y el paso del tiempo siembran de incertidumbre el futuro del Real Zaragoza.

Puesta de largo de los dueños del Real Zaragoza
Una ruta de exigencia para los nuevos dueños

El paso del tiempo y la falta de un acuerdo definitivo con Hacienda, con la que no acaban de resolverse los anunciados flecos de la negociación, han sembrado la inquietud en el seno de los propietarios del Real Zaragoza, que aspiran a encontrar una salida a la situación. El respaldo de la agencia tributaria resulta fundamental para garantizar la entrada de un capital mexicano; el paso del tiempo, sin embargo, tampoco allana la operación, que parecía encarrilada y se encuentra estancada durante ya dos semanas.


La aparición inmediata además de una fecha, el 30 de junio, no transmite serenidad. Es verdad que el lunes no ha de ser un día diferente, no marca una hora límite. Pero sí que resulta una jornada de referencia, de impacto psicológico en el mundo del fútbol; y que hiere aún más al zaragocismo. Se trata ya del comienzo de la cuenta atrás.


La afición se mantiene expectante ante un complejo curso de los acontecimientos. Por un lado, la propiedad, que corresponde a los empresarios que compraron el club a Agapito Iglesias hace más de tres semanas. Pero la permanente percepción de interinidad –nada han hecho desde entonces- obliga a buscar a unos nuevos referentes, los que ingresen el capital que el Real Zaragoza precisa para sobrevivir.


Del fondo árabe se pasó a la inversión mejicana, con un principio de acuerdo vinculante; aunque es natural que el paso del tiempo siembre dudas. Y mientras sobrevuela la figura de Kadir Sheikh, que más allá de las palabras no ha aclarado hasta el momento cuál es su refrendo económico para intentar hacerse con las acciones. El indiscutible aval, sin duda, es la presencia a su lado de Nayim, héroe del zaragocismo. A su vera figuran también Javier Láinez y Fernando Sainz.


El zaragocismo observa con terror un panorama tristísimo, desalentador, injusto con el Real Zaragoza, que se descompone entre intereses particulares. Y el paso de los días no contribuye, ni mucho menos, a aportar un ápice de serenidad. Una espera envuelta en dudas. Cada vez más.