Agapito Iglesias ultima su salida del Real Zaragoza

El empresario soriano, desgastado y harto, está convencido de que vender es la única solución.

Agapito Iglesias, máximo accionista del Real Zaragoza
Agapito asume el mando total
JOSÉ MIGUEL MARCO

Agapito Iglesias, el máximo accionista del Real Zaragoza, lo deja. Se marcha. A final de temporada, como máximo, anunciará su salida de la entidad en la que ha permanecido durante ocho años, la trayectoria más dura de la historia del Real Zaragoza.


El empresario soriano es la imagen de una operación de asalto al club promovida por el Gobierno de Marcelino Iglesias, que quiso controlar la entidad y, a través de ella, todo el deporte aragonés. La iniciativa, además, tiene muy sólidos lazos de conexión con la plataforma logística Plaza.


Desde mayo de 2006, el Real Zaragoza ha sufrido un proceso de desgaste, decadencia y desprestigio que ha apartado a la sociedad del respeto, admiración y cariño que siempre ha transmitido el equipo de Zaragoza.


El paso del tiempo ha alejado a los políticos del proyecto. Hasta abandonar por completo a Agapito Iglesias, conscientes del negativo impacto que su figura tiene en cualquier ámbito de la vida social, política, económica o deportiva.


La trayectoria de Agapito al frente del Real Zaragoza ha despeñado a la entidad y ha afectado también de forma directa al dueño. El constructor ha soportado un desgaste bárbaro, que le ha pasado factura en todos los ámbitos de su vida personal y profesional. Ninguno de quienes hace ocho años le empujaron y guiaron a afrontar la aventura zaragocista -con un indudable interés político- ha dado después la cara por el soriano.


Y Agapito Iglesias ya no aguanta más. Se va cansado, desgastado y harto. Envuelto además en una compleja trama judicial vinculada a Plaza que se entrelaza con su gestión en el Real Zaragoza.


El máximo accionista de la entidad ha tenido que abandonar su residencia en la capital aragonesa, no puede acudir al estadio de La Romareda -en donde es vituperado de jornada en jornada- y sufre el acoso los seguidores blanquillos, que le culpan -con razón- de la decadencia del club.


Pero es consciente de que se habría ahorrado todo eso si no hubiera tenido nada que ver con el equipo...


Agapito ha entablado algunos contactos para la venta que, de momento, no se han concretado. La cifra que ha puesto encima de la mesa a quien sabe que de verdad estaría dispuesto a comprar es desmesurada. A los demás les ha dado largas. Pero la voluntad del soriano de alcanzar un acuerdo va a acercar -irremediablemente- posturas.


Sus pretensiones económicas van a quedar al alcance de muchos -siempre y cuando tengan dinero, aunque la cifra se va a recortar de forma más que sustancial-. Solicita una cantidad fija y plantea variables en función de la situación del equipo. Cree que los ingresos garantizados en Primera División -a donde debería saltar cuanto antes-, con la renegociación de la televisión, ingreso por abonados y patrocinios, van a permitir equilibrar el presupuesto. La acertada negociación del convenio garantizaría un proyecto modesto, pero sólido y con futuro.


Pero Agapito siempre ha puesto otro listón: no va a vender a cualquiera. El soriano ya rechazó hace tiempo dos propuestas de capital extranjero. Y trata, además, de escabullirse de los tiburones financieros que rondan al club. Todo depende de su capacidad de aguante...


El director general, Jesús García Pitarch, movió ficha. Tuvo que hacer pública una solicitud de compra que lo lógico es que hubiera llevado a cabo con discreción. Las largas de Agapito llevaron al ejecutivo a querer poner al dueño entre la espada y la pared. Su silencio ha sido muestra de un claro distanciamiento que más tarde se ha manifestado de forma rotunda, específica y pública. Su separación de las críticas a Movilla ha reflejado la quiebra en el seno de la entidad.


Finalmente, el director general se ha apartado de la carrera. No iba a ser fácil para Pitarch hacerse con el Real Zaragoza. Su ventaja era que trabaja desde dentro. En principio, el director general ?'aconsejado' a Agapito Iglesias por la Liga de Fútbol Profesional (LFP) para gestionar la entidad- abandonará el Real Zaragoza, como el propietario, en junio.


Además de iniciativas sin capital, que Agapito no tiene en cuenta, se han asomado al club personajes que rodean el mundo del fútbol, conscientes de que se le puede sacar 'tajada' al Real Zaragoza. De ellos también huye el soriano.


La alternativa final, si no se concreta una opción de compra, es la cesión de las acciones, siempre a una persona vinculada al mundo del fútbol y situada en el entorno de sus allegados. Como otros, cree que una gestión coherente -la que él no ha desarrollado-, con un respaldo social e institucional -que llegaría en cuanto él se fuera-, garantizaría el futuro del Real Zaragoza.


La inestabilidad institucional, sólidamente vinculada a su persona -responsable directo, aunque no único-, es la esencia de la delicada situación del club en todos los aspectos: social, económico y deportivo. Un nuevo ámbito de gestión serio y consensuado garantizaría la unidad del zaragocismo, el respaldo unánime de los seguidores, organismos, instituciones y posibles patrocinadores, que permitirían al Real Zaragoza salir adelante incluso del momento más difícil; del más complicado de su historia. Que es el que ahora atraviesa.


Su salida resolvería un elevadísimo porcentaje del problema. Y su decisión está ya tomada.


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