Desde que unos días después de consumarse el descenso a Segunda el presidente del Real Zaragoza, Fernando Molinos, anunciara que no seguiría en la entidad, han sido múltiples los nombres y quinielas que han salido a la luz para saber quién ocuparía ese importante cargo en el club. Sin embargo, y aunque ha pasado ya mucho tiempo, ese nombre aún tendrá que esperar. El máximo accionista Agapito Iglesias todavía no ha decidido la persona que ocupe ese puesto de privilegio tanto en las oficinas como en el palco de la Romareda. De hecho, por voluntad propia, ha optado por retrasar esa decisión hasta encontrar con el candidato idóneo. Mientras, la entidad sigue transformando su cúpula directiva y el nuevo director general, Jesús García Pitarch, firmará en las próximas horas el contrato que le una al Zaragoza y, en principio, será presentado en sociedad mañana.

El club sigue sin presidente a pesar de que Molinos continúe trabajando en el día a día del club hasta que llegue su recambio. Tampoco resulta determinante ese extremo, puesto que las decisiones importantes las sigue tomando el propietario del club. Y casi nada cambiará con el paso de las semanas, ya que Agapito Iglesias insistirá en la figura de un presidente de carácter simbólico, casi honorífico. Lo único que sí que variará es que García Pitarch será el máximo responsable ejecutivo y, junto a un grupo de profesionales, asumirá las riendas de la entidad y, sobre todo, de la confección de la plantilla.

Pero lejos de esa labor, el Real Zaragoza necesita una cabeza visible, un presidente, y dado el distanciamiento patente entre la directiva y la masa social, el máximo accionista busca para ese puesto a un referente del zaragocismo, a un rostro reconocible por todos los aficionados que pueda apaciguar ligeramente las caldeadas aguas del entorno del club.

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