La teoría anunciaba que los puntos de los encuentros con el Madrid –como los del Barcelona- están ya descontados en el cálculo de las necesidades de una escuadra que, como el Real Zaragoza –qué pena-, apenas si mira más allá de la permanencia.

Es verdad que la batalla del conjunto aragonés tiene otros frentes, algunos de los cuales –los más importantes- se encuentran a la vuelta de la esquina: Deportivo, Celta y Mallorca. Sin embargo, a estas alturas, cuando el cuadro de La Romareda ha dilapidado buena parte de los puntos con los que sí debería haber contado, no puede permitirse el lujo –ni la frivolidad- de no luchar por la victoria ante la formación blanca.

Lo ha anunciado Manolo Jiménez: “Ganar al Real Madrid no es imposible”. No debe ser sólo la necesidad de transmitir el mensaje de una garantía de competitividad; es la exigencia de una convicción. Y, como dice el entrenador sevillano, ha de servir de punto de inflexión en la trayectoria blanquilla a lo largo de este 2013.

Ya no puede el Real Zaragoza mirar la talla del rival, especular con la entidad de quien tiene enfrente. Cuando la vida, la supervivencia en Primera –que es lo que se juega el equipo blanquillo- se encuentra en juego, la única alternativa es salir a ganar. Con la convicción que se exige a quien defiende su hueco en la élite del fútbol español y, lo que es más importante, el prestigio de una entidad como el Real Zaragoza.

La Romareda no va a defraudar y se engalana para el duelo de este sábado a las 20.00. Va a ser una fiesta de fútbol. Y debe ser la fiesta del Real Zaragoza.