Opinión

Una exigencia mayor

“Tenemos que exigirnos más” había pedido Manolo Jiménez en la antesala del partido de Zorrilla, justo antes de viajar a Valladolid. E insistía: “Este partido es importantísimo”. Ni una ni otra cosa debió quedarle clara a su plantilla, que en el primer partido de la segunda vuelta brindó un triunfo a un rival de su Liga, que permite a los de Djukic respirar con tranquilidad. Mientras, el Real Zaragoza, después de cosechar tres derrotas seguidas, empieza a rodearse de ese ambiente contaminado que envuelve el entorno del descenso.


El Real Zaragoza tiene que exigirse más. En Zorrila resultó un equipo poco consistente, escasamente creativo y sin mayor opción ofensiva que la que se harta de ofrecer Hélder Postiga, demasiado solo y en Valladolid poco afortunado. Faltó convicción y resultó una escuadra de ambiciones escuetas.


Es verdad que el equipo aragonés hubo de rehacerse dos veces: primero, de salida, por culpa de las bajas con las que afrontaba el duelo; y conforme avanzaba el duelo, por culpa de las lesiones de Loovens y Apoño. Aún así, debe brindar más argumentos que los que exhibió en el estadio pucelano.


Enfrente, un Valladolid aseado, en donde cobran peso los ex zaragocistas Álvaro Rubio y Óscar González, no sufrió demasiado para contrarrestar el juego de la escuadra de Manolo Jiménez. Supo aprovechar dos graves errores defensivos –otra vez esa lección suspendida- para llevarse un partido que pudo tener incluso un marcador más abultado, algo que evitó el guardameta Roberto.


Tiene relieve singular el mes de enero. De momento, la formación blanquilla ha encadenado tres derrotas seguidas en la Liga y mantiene sus esperanzas puestas en la Copa del Rey. Pero este reto deportivo, apasionante, no puede desplazar la exigencia de la competición liguera. En donde el Real Zaragoza precisa de una inmediata reacción.


El miércoles, la oportunidad de llegar a las semifinales de la Copa del Rey, ante el Sevilla, en el Sánchez Pizjuán. Pero la Liga vuelve a La Romareda el próximo sábado, ante el Espanyol de Javier Aguirre. Y ya no hay margen de error.