Real Zaragoza

La felicidad de Zuculini

El futbolista argentino fue el hombre del partido en Vallecas, confirmándose como una alternativa segura para la banda derecha.

 Franco Zuculini hoy es un hombre feliz y sonriente. Aunque es cierto que, cuando le han venido mal dadas, raramente ha borrado dicha mueca de su rostro. Este lunes, el centrocampista argentino se ganó en Vallecas el derecho a ser el futbolista del momento en el Real Zaragoza. Y no sólo por su diana, que le valió para entrar en la historia del octogenario club al conseguir su gol número 5.000 en competición oficial. El tanto, que sirvió para encarrilar un importante triunfo en un estadio en el que sólo habían ganado Real Madrid y Barcelona, fue solo la guinda a un partido completo por parte del volante. La constatación de su total recuperación para la causa zaragocista.


Si de algo no hay duda es que juego de Zuculini está íntimamente conectado con las emociones. Todo en él es anímico. Para bien y para mal. Así lo detectó Manolo Jiménez, quien no dudó en ponerle a trabajar este verano con un psicólogo para tratar de canalizar su energía en beneficio del colectivo. En lo que no titubeó tampoco el sevillano fue en hacerle un contrato para tres años, muestra inequívoca de confianza en su potencial.


El propio jugador resumía esta premisa en una simple y rotunda frase. “El 70% del fútbol es la cabeza”, aseguró el martes en sala de prensa. Una afirmación que, en ocasiones, no duda en llevar a la literalidad, como cuando este lunes arrebató impulsivamente el balón de las botas de Javi Fuego con la testa. Una acción en la que puso en peligro su integridad física, pero que representa con nitidez la bravura de su personalidad sobre el verde. Fuera de él se muestra de manera similar, vestido de manera extravagante pero siempre presto a dar la cara. Forma de ser que le ha llevado a convertirse en uno de los favoritos de la grada zaragocista.


La muestra más clara de ello se dio durante la que probablemente sea su peor actuación con la zamarra blanquilla hasta la fecha. El fatídico, para él, encuentro ante el Deportivo, en el que perdió dos balones vitales que supusieron dos tantos gallegos en la primera media hora del partido. Por ello, enfiló el banquillo antes de lo habitual. Aunque no lo hizo solo ya que miles de palmas le acompañaron, gesto que a buen seguro influyó en que su confianza permaneciera a flote.


Dentro del vestuario se vislumbra un aprecio similar. No en vano, en él le dibujan como una de las piezas fundamentales en la cohesión del grupo. “La remontada se la dedicamos a Zuculini”, diría Jiménez tras el mencionado partido ante el 'Dépor'. Palabras que, como es habitual en el míster sevillano, vendrían refrendadas con hechos, no temblándole el pulso al volverle a colocar como titular en el siguiente partido, celebrado nada más y nada menos que en el Camp Nou.


El futbolista argentino no se hundió en aquella y, probablemente, comenzó a cimentar el éxito personal conseguido en Vallecas. Ese que, además del gol 5.000, en el que no tiró a romper como en ocasiones pretéritas, siendo el gol de Lafita en Gijón la pasada campaña su ilustración más realista, dejó una actuación global notable. Acomodándose a una posición, la de volante derecho, que cada vez le queda menos extraña pese a sus indudables pros y contras.