Opinión

Alma de equipo

 Toma uno la alineación del Real Zaragoza en el Camp Nou y, cuando menos, duda. Con una defensa del todo novedosa; con un centro del campo más definido y con el ‘9’ referente en el banquillo, el zaragocismo cree que el duelo –que hay que jugar- se hace algo más comprometido, si fuera posible.


Y echa a andar con desajustes naturales por la falta de coordinación. Pero el Real Zaragoza, con otras armas y otras caras, vuelve a ser reconocible; es capaz de reponerse a un gol temprano de Messi –Messi era de ellos- y mantener el tono, la intensidad y el tipo hasta el final. Se acumulan los minutos y se ve a ese Real Zaragoza capaz de enorgullecer de nuevo a sus seguidores. Marca Montañés, se levanta tras el gol de Song y ni siquiera es capaz de tumbarle la nueva marca de Messi.


Es ese, precisamente, el principal valor de Manolo Jiménez: hacer de esos futbolistas con los trabaja un equipo, un conjunto, una unidad. Que saben a que juegan y qué es lo que el entrenador quiere de ellos. Cambian las figuras –cada una, con sus virtudes y sus defectos- pero se mantiene el alma, reconocible de este nuevo Real Zaragoza, en donde ya se distinguen con claridad las costuras de su diseñador.


No era el del sábado –como tampoco el del Bernabéu- un partido del Real Zaragoza. Ya los jugará. De momento, deja impronta, sello, y la convicción de que las cosas van poco a poco cambiando. Y el zaragocismo lo percibe, con esa prudencia natural que deriva de la experiencia acumulada en los últimos años.


El equipo aragonés vuelve a jugar otro partido decisivo –éste, sí- en La Romareda, en ese doloroso horario de los lunes, a partir de las 21.00, contra el Celta de Vigo. Entonces, más allá de la imagen, valdrá el resultado. Aunque estoy seguro de que el Real Zaragoza volverá a ser fiel a su estilo. Es la marca de Manolo Jiménez.