Real Zaragoza

Recuperar el prestigio

La institución que ahora lideran Molinos y Jiménez lucha por reconstruir la imagen de una entidad dañada por los años de gestión de Agapito Iglesias.

Manolo Jiménez, con el recién llegado Wílchez
Recuperar el prestigio

Está bien escucharle a Manolo Jiménez decir que el Real Zaragoza se ha ganado “el respeto del fútbol nacional”. Es verdad que las cosas –algunas, al menos- han cambiado desde que el sevillano ha tomado las riendas de la parcela técnico y Fernando Molinos se ha erigido en cabeza visible de la entidad blanquilla. Vamos, desde que ya no se ve a Agapito en primera línea; desde que el soriano ha dado un paso atrás -una cuestión obligada ante la solicitud clara y unánime del zaragocismo-. Y, sin embargo, aún queda un enorme recorrido en ese empeño; porque el daño al que se ha sometido a la sociedad ha sido bárbaro.


No hay más que observar la facilidad con la que se le escurren los futbolistas: el Real Zaragoza toma posiciones con respecto a un jugador, pero ve cómo ante sus ojos la operación se va al traste por la intervención de otra escuadra. Equipos, además, que hasta hace unos pocos años –hasta la intervención política que ubicó a Agapito Iglesias al frente del Real Zaragoza- no se imaginaban poder competir con la escuadra de La Romareda.


Hoy, sin embargo, los casos se suceden, ante el malestar de Manolo Jiménez: “Al menos dos o tres jugadores que no se tendrían que haber escapado, pero se escapan porque no tenemos que entrar en ningún tipo de puja. No es por negligencia, sino por problemas económicos e injerencia de otros equipos”.


Los frentes por rehacer son diversos. En el ámbito institucional, la tarea de Fernando Molinos es volver a tejer una red de relaciones seriamente dañadas: desde la Liga de Fútbol Profesional hasta la Federación y las escuadras del Campeonato liguero.


Las arenas movedizas por donde se ha adentrado Agapito Iglesias en los últimos años han dejado señales dolorosas en equipos e instituciones. Y recuperar la imagen del Real Zaragoza no va a ser fácil.


Es verdad que, en el ámbito deportivo, dejó un impresionante sabor de boca el final de Liga de la escuadra blanquilla. Que, al margen de absurdas polémicas, sorprendió y cautivó a todo el fútbol español. Y resultó admirable la convicción y el compromiso de los jugadores y el cuerpo técnico y el apoyo entusiasta de una afición empeñada en convertir en realidad un empeño que parecía imposible. Y que, al final, se logró.


Sin embargo, lo ha vuelto a repetir Manolo Jiménez: lo que busca el Real Zaragoza son “jugadores libres, con un perfil medio bajo”. Ese es el territorio real sobre el que la entidad blanquilla debe construir su proyecto deportivo.


Porque el marco económico también es singular: el Real Zaragoza acaba de salir de un concurso de acreedores –una situación también anormalmente dolorosa para los aficionados blanquillos- y está sujeto a la sentencia emitida por el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Zaragoza.


Es verdad que la resolución resulta muy favorable para la entidad blanquilla, que ve un futuro alentador gracias, sobre todo, al nuevo contrato televisivo. Sin embargo, el prestigio zaragocista debe hacer frente a los problemas derivados de una gestión que obligó a la entidad a entrar en Ley Concursal.


Es el peaje inmediato que ha de pagar el Real Zaragoza; y la recuperación del prestigio sobre el que se ha sostenido el equipo, un recorrido fundamental en el libro de ruta señalado por los dirigentes blanquillos.