La UD Las Palmas, huésped en la noche de este domingo en La Romareda, es la más seria e indiscutible amenaza que podía tener el Real Zaragoza en esta jornada 38 de la liga. Porque los grancanarios portan en sus credenciales los mejores números del torneo como visitantes, desde que este largometraje empezó el 12 de agosto precisamente allí, en la isla del Roque Nublo, con este mismo duelo pero en campo invertido (fue un 0-0 típico de los albores de este formato inmenso e inacabable).

Las Palmas es el líder de la clasificación parcial de los 22 equipos de Segunda División en su papel como forasteros, fuera de casa. Ha sumado 29 puntos de los 63 que tiene en la tabla en los 18 partidos disputados fuera de su estadio de Gran Canaria. El 46 por ciento de su tesoro proviene de su solvencia en este rol tan específico, donde Javier García Pimienta, su entrenador, suele alternar de inicio dibujos tácticos como el 4-2-4-1 o el 4-5-1. Siempre poblando el centro del campo con muchos jugadores de toque, combinación y despliegue ofensivo que, de estar atinados, han solido ser letales infinidad de veces todo el año lejos de la isla. No les quema el balón. Lo quieren y lo manejan bien.

Es cierto que Las Palmas acude este fin de semana a Zaragoza en su momento más dubitativo dentro de esta dinámica habitual. Porque ha perdido en dos de sus últimos tres desplazamientos: 4-1 en el derbi canario en Tenerife y 2-1 hace dos semanas en Granada. Y esto parece desdecir los argumentos admonitorios del alto nivel de dificultades que aguarda hoy a los de Fran Escribá. Pero eso se desmonta enseguida si se ve que, más allá de esta mini crisis, Las Palmas solo perdió una vez en el resto de los nueve meses de liga, en Huesca (1-0).

El líder de todos los visitantes de la liga (en esa clasificación, por ejemplo, el Real Zaragoza es el 11º con 19 puntos, diez menos que los del archipiélago) ha ganado ya siete partidos: hace nada en Albacete (1-2) y, antes, en Ibiza (1-2), Villarreal (0-1), Gijón (0-1), Ponferrada(0-1), Lugo (0-1) y Málaga (0-4). Y empató en ocho ocasiones: a cero con Racing, Oviedo, Burgos, Leganés y Andorra; a uno con Alavés y Levante; y a tres en Miranda. Es un partido singular que Escribá debe descifrar con detalle.