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Una vuelta con Escribá

El entrenador valenciano cumple media temporada al frente de Real Zaragoza. En este periodo, el equipo firma números de candidato al play off de ascenso.

Fran Escribá se hidrata en un entrenamiento del Real Zaragoza.
Fran Escribá se hidrata en un entrenamiento del Real Zaragoza.
Ruben Losada/FotografiArte

Fran Escribá cumple media temporada al frente del Real Zaragoza con el equipo subido en su pico de rendimiento. Desde que relevara a Juan Carlos Carcedo el pasado mes de noviembre, el técnico ha dirigido 21 partidos, no contra todos los rivales debido al calendario asimétrico, pero en un periodo de tiempo los suficientemente amplio para extraer conclusiones sólidas y componer un cuadro general sobre el efecto del entrenador. El Zaragoza solo ha perdido cuatro partidos y ha sumado 31 puntos, números de candidato al play off que le hacen el séptimo mejor de la categoría. Escribá está cumpliendo con las obligaciones que lo trajeron al Zaragoza: ha mejorado el juego, el rendimiento y la clasificación.

Ante todo, en un contexto adverso debido a las lesiones de hombres clave y las limitaciones de la plantilla, le ha dado al equipo soluciones con las que ha aliviado sus carencias estructurales y ha corregido sus problemas más superficiales. Con Escribá y su método, el Zaragoza funciona. ¿Qué ha cambiado para que sea así?

1. La identidad táctica del 4-4-2.

El punto de partida de Fran Escribá fue la regeneración táctica, imponiendo un 4-4-2 como esquema. Su postura en este sentido ha sido inflexible, salvo excepciones puntuales: Escribá siempre entendió que esta organización subsanaría los problemas ofensivos del equipo al acercar a más jugadores a zona de remate, pero también le permitiría equilibrarse mejor en la fase defensiva. El 4-4-2 se ha convertido así en la identidad reconocible de un equipo en el que su doble pivote y su doble punta definen su fútbol de afiladas transiciones, dinámico con la pelota, cohesionado sin ella y cómodo en el vértigo y la velocidad.

2. El crecimiento goleador.

Durante la etapa de Juan Carlos Carcedo, el Zaragoza se resquebrajó por sus problemas de gol. Sin Iván Azón y con Pape Gueye alejado del nivel mínimo para poder sumar; Carcedo no encontró las herramientas tácticas adecuadas para construir un Zaragoza competente en ataque. Escribá, en cambio, sí lo ha hecho. Hasta su llegada, el equipo no marcaba goles porque apenas generaba situaciones para hacerlo. Después, ya con él, el equipo ha sufrido también en el gol, pero más por problemas de finalización que de producción. Los goles, en todo caso, han acabado llegando, y el Zaragoza ha duplicado su fertilidad anotadora: de meter 9 goles en 16 partidos con Carcedo (0,6), a marcar 25 en 21 con Escribá (1,19). La llegada de Bebé ha ayudado, pero mucho más impacto han tenido los diferentes automatismos y decisiones tácticas exploradas e instauradas por el técnico.

3. La fiabilidad competitiva.

Incluso en sus días más difíciles e inciertos; el Zaragoza de Escribá ha presentado un fútbol con garantías competitivas. Mejor o peor, con más o menor acierto en el gol y en la generación de fútbol, el equipo ha tenido hechuras, ha tenidos sus momentos en los partidos y ha sabido mantenerle el pulso a sus oponente. Ha sido, generalmente, un equipo incómodo y áspero. Su blindaje defensivo (20 goles encajados en 21 partidos, pero 7 de ellos contra Alavés y Málaga) se lo ha permitido. Solo ha perdido cuatro partidos. Únicamente, Levante (2) y Las Palmas (3) han sufrido menos derrotas en las 21 jornadas con el valenciano a los mandos. A los rivales, ha sabido jugarles y descifrarlos, siempre ha tenido claro cómo desarrollar su fútbol en los diferentes contextos de un partido, y sus futbolistas se han empleado con compromiso, tesón, esfuerzo y solidaridad gracias, en buena medida, al apreciable nivel físico que están presentando varias de sus piezas. Diferentes atributos defensivos han contribuido a definir esa musculatura competitiva: la buena cohesión entre líneas, el sistema de ayudas defensivas, la configuración de un doble pivote con mucho trabajo y despliegue, el trabajo de sus puntas, la energía y variedad de sus sistemas de presión, pero también la adaptación a las características de los rivales en los planes de partido para contrarrestar sus fortalezas.

4. La optimización del plantel.

Un aspecto esencial del gobierno de Fran Escribá ha sido su capacidad para exprimir los recursos disponibles. Muchas veces los buenos entrenadores lo son porque mejoran al futbolista y le extraen las gotas de fútbol más adecuadas para el funcionamiento colectivo. Escribá, con el único refuerzo real de Bebé respecto a Carcedo, ha seguido esa línea en el Zaragoza. Ha rescatado, acercado a su máximo nivel o explotado el mejor fútbol de varios jugadores. En este sentido, nombres como Carlos Nieto, Francho Serrano, Víctor Mollejo renacido hasta su lesión- o Sergio Bermejo han crecido de la mano de Fran Escribá.

5. El dominio de la escena.

Su experiencia, poso, franqueza y naturalidad le han permitido a Escribá manejarse en la escena con una claridad, desenvoltura, expresividad y normalidad bien diferentes a las expuestas por Juan Carlos Carcedo. Si al riojano el mensaje se le fue enflaqueciendo y debilitando, con Escribá ha sucedido lo contrario: se ha fortalecido también desde la gestión de su discurso, tanto hacia adentro como hacia afuera, donde, desde la honestidad y el realismo, no ha dudado en señalar a futbolistas, en defenderlos, en acentuar las verdaderas posibilidades de la plantilla, en sostener un argumentario confiado, seguro y pragmático… Escribá casi siempre ha dicho las cosas como son, y ese estilo de mando, lejos de erosionar el vestuario, lo ha guiado.

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