Un derbi sin favorito

Este sábado los jugadores zaragocistas han entrenado en La Romareda
Eugeni, entrenando en La Romareda
José Miguel Marco

Dijimos estos días atrás que si hubiera que dar por favorito a alguien en el derbi de esta tarde, ese papel sería para la Sociedad Deportiva Huesca. El conjunto altoaragonés se comporta en su estadio, como local, según el nivel de las escuadras más solventes de la liga. Sólo le superan en este aspecto los equipos de vuelos elevados, los que ahora mismo pujan por el ascenso, en la versión directa o por medio de la promoción. Si el Huesca ocupa un lugar en la zona media, en la parte tibia de la clasificación y en las proximidades del Real Zaragoza, es porque su régimen de funcionamiento no ha sido el mismo fuera de casa. Lejos de El Alcoraz, por las razones que fueren, no ha encontrado las mismas prestaciones. A veces, ni siquiera se ha acercado. Desde cierto ángulo, podría afirmarse que estamos ante un conjunto de doble personalidad futbolística. Una, fuerte, poderosa, la que utiliza en su feudo. Otra, menos marcada. Como el derbi aragonés tiene lugar en su estadio, es de prever la mejor versión de la escuadra del Cuco Ziganda.

Por supuesto, la carga ambiental estará de su parte, más que en ningún otro momento de la temporada. Se espera para este tarde de antesala de la primavera un Alcoraz prácticamente lleno de azul y grana, poblado hasta arriba por una afición que responde especialmente a la llamada de este encuentro. A la venta del aficionado del Real Zaragoza, han salido algo menos de doscientas entradas, una cantidad mínima para el aforo del estadio, al que se supone que accederán más de ocho mil seguidores unidos en un solo propósito: animar la victoria de la SD Huesca.

Mientras tanto, el Real Zaragoza se presenta a esta cita en su mejor momento de la segunda vuelta. Se ha desprendido el equipo de Fran Escrivá de la pesada capa que portaba de derrotas, empates e insuficiencias justo en el último instante, en la pasada jornada. Entonces se reencontró consigo mismo. Goleó al Leganés. Hizo menos visibles sus problemas de definición. Y también abrió una brecha con las posiciones más comprometidas de la tabla, distancia que le ha permitido liberarse. De alguna forma, la escuadra de La Romareda queda más suelta ante el derbi, más libre de exigencias y pensamientos, para poder centrarse únicamente en el hoy y ahora, sin temer en exceso a aquello que ve por el espejo retrovisor.

No es, por supuesto, que el Real Zaragoza se haya transfigurado, porque sigue siendo el mismo, el que todos conocemos; pero sí se ha dicho a sí mismo que posee recursos para competir por encima de los pesares y angustias que comenzaban a rodearlo. A partir de aquí, no es sencillo predecir por dónde puede discurrir, a excepción de que es sabido que afila sus mejores armas cuando hallan espacios abiertos Bebé y Giuliano Simeone y estos pueden moverse con velocidad, en vertical.

En el derbi de la primera vuelta de la liga, el disputado en La Romareda, cuando ya habían aflorado los problemas del Real Zaragoza ante el gol, el conjunto de la capital aragonesa entendió mejor algunas claves de este tipo de partidos, lo que, al final, le condujo a un triunfo holgado: tres goles a cero. Hoy, como es evidente, procurará repetir el plan e introducir el choque en una dinámica que le convenga.

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