REAL ZARAGOZA

Una hora y 40 minutos de cumbre de Escribá con la plantilla antes del entrenamiento

La primera cita del Real Zaragoza tras el varapalo de Málaga comenzó este miércoles con un encuentro lleno de significados entre los protagonistas del día a día del equipo, muy tocados por la situación. 

La plantilla del Real Zaragoza, a las 12.20 de este miércoles, al salir del vestuario una hora y 40 minutos después de la hora prevista de comienzo del entrenamiento.
La plantilla del Real Zaragoza, a las 12.20 de este miércoles, al salir del vestuario una hora y 40 minutos después de la hora prevista de comienzo del entrenamiento.
José Vidal

Una hora y 40 minutos ha tardado en comenzar el primer entrenamiento del Real Zaragoza después del varapalo del lunes por la noche en Málaga, esa derrota por 3-0 ante el antepenúltimo clasificado que ha dejado muy tocados a jugadores y cuerpo técnico. Una cumbre de mucha trascendencia en este preciso hito del curso liguero, por todo lo que supone tener que acudir a este tipo de soluciones, terapias y propósitos de enmienda en una temporada torcida. La cita era a las 10.30 de la mañana de miércoles en la Ciudad Deportiva y los protagonistas de la película no han pisado el césped hasta las 12.20, mientras los periodistas aguardaban fuera del recinto a asistir, como cada día, a los primeros 15 minutos de la sesión de trabajo.

Como estaba cantado a la conclusión del partido de La Rosaleda, hay un antes y un después contundente tras lo ocurrido ante los malagueños. La situación se ha complicado en la clasificación, en las sensaciones, en el ambiente diario. La liga amenaza al Real Zaragoza con líos clasificatorios de no mediar una reacción inminente el próximo fin de semana en La Romareda frente al Burgos. Y el vestuario blanquillo es consciente de que su presente puede entrar en caminos tortuosos cuando llega ya la hora de la verdad en el torneo 22-23.

Caras largas. Gestos serios. Silencios cortantes. Solo se han oído en ese cuarto de hora inicial del entrenamiento las indicaciones de los técnicos. El resto, ni una palabra, ni una mueca. Episodios como este se han vivido en Zaragoza en los últimos 15 años con cierta asiduidad, fruto del estado de crisis deportiva que ha imperado en la mayoría de estas campañas recientes de la historia. No es nada novedoso, por lo tanto. 

Lo que sí marca un récord que queda reflejado en los anales de estas asambleas entre futbolistas y entrenadores en el vestuario de la primera plantilla es la duración de la misma: nunca hasta hoy nadie había invertido una hora y 40 minutos en hablar vis a vis sobre los problemas, dificultades, disfunciones y máculas que están llevando al Real Zaragoza contemporáneo a una delicada posición. Han sido 100 minutos de diálogo a múltiples caras. De puesta en común. De aclaraciones. De censuras y reproches. De solicitudes y ruegos. De asunción de responsabilidades, tanto en lo individual como en lo colectivo. 

En esta mañana de miércoles, lo de menos ha sido el balón y las cargas de trabajo físico. El entrenamiento ha sido de diván. De práctica verbal. De decirse las cosas abiertamente a la cara. Hay tiempo para reaccionar y el punto de partida no es el peor: el equipo no está en puestos de descenso, como sí ocurrió otras veces. Pero solo tiene cinco rivales por detrás, algunos muy amenazantes. Y bajan cuatro. 

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