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Bebé, la sonrisa del fútbol callejero

El atacante portugués se sobrepuso a una dura infancia. Vivió 10 años en un orfanato y aprendió a ser alegre a pesar de todo.  

Bebé celebra junto a sus compañeros el gol de la victoria en Andorra.
Bebé celebra junto a sus compañeros el gol de la victoria en Andorra.
Fernando/Lof

El Estadio Nacional de Andorra bautizó a Bebé. Una sola jugada le bastó. Una trepidante contra que probó sus principales virtudes: la potencia y el disparo, la velocidad en carrera y una definición que hacía tiempo que no se veía por aquí.

Durante esos once segundos en los que el Real Zaragoza voló hacia el área andorrana, Tiago Manuel Dias Correia fue pura convicción. Empuje hacia la portería contraria. Determinación, al fin y al cabo...

Su galopada -salvando las distancias- recordó a quien siempre fue su referente. A un Cristiano Ronaldo con quien comparte vivencias más allá del fútbol. Las memorias de una infancia complicada, en la que el balón fue una vía de escape.

Bebé nació en Agualva-Cacém, en las proximidades de Lisboa, en 1990. Sus padres, inmigrantes de Cabo Verde, lo dejaron con su abuela tras divorciarse y, a los 10 años, ingresó en la Casa do Gaiato, que atiende a niños rechazados o en situación de vulnerabilidad, por una orden judicial.

Allí comenzó a jugar a fútbol junto al resto de los chicos, a modo de pasatiempo, pero todavía le aguardaba un largo -y duro- recorrido hasta convertirse en profesional. Un campeonato europeo de personas sin techo, celebrado en Bosnia en 2008, fue su lanzadera.

Marcó 40 goles goles en seis partidos y el Estrela Amadora le hizo su primer contrato. “En el orfanato aprendí que para alcanzar una meta hay que trabajar mucho. De niño no comía, no tenía dinero para el transporte, y eso me hizo valorar más todo”, explicaba Bebé en el diario AS, sobre una época en la que, en apenas unos meses, pasó de la Casa do Gaiato al estrellato.

Su brillante temporada 2009-10 le llevó a fichar por el Vitoria Guimaraes, pero, antes de que terminase la pretemporada, el Manchester United se llevó a este futbolista callejero, a este delantero distinto al resto. 

Su historia es un cuento de hadas”, resumió por aquel entonces Álex Ferguson. “Enseguida identificas a alguien con este talento. Es un jugador a la antigua. Aprendió lo que sabe en la calle, y tiene una creatividad natural que lo hace especial", añadió el mítico entrenador de los diablos rojos, antes de que Bebé, de tan solo 20 años, iniciase su breve periplo por la Premier League inglesa a cambio de 17.000 libras semanales.

Llegó a debutar con el United, pero no tuvo continuidad y encadenó varias cesiones en Turquía (Besiktas) y Portugal (Rio Ave y Paços Ferreira). Allí, su notable temporada 2013-14 le permitió fichar por el Benfica, pero tampoco cuajó y en el mercado de invierno de 2015 salió cedido al Córdoba

Había costado, pero en el fútbol español iba encontrar, al fin, la estabilidad. Una estabilidad que vino acompañada de mucho entrenamiento táctico. “Firmar por el Manchester era el deseo de todo niño, pero llegué allí sin formación. Aunque tenía talento, velocidad y fuerza, me hacían falta muchas más cosas. Si ahora me contratara un grande sería diferente”, reconocía Bebé en la referida entrevista concedida al AS en 2015.

Acababa de firmar por el Rayo Vallecano, por el club que, previo paso por el Eibar, se hizo con sus derechos en 2018. Andoni Iraola lo tuvo muy en cuenta en sus dos primeras temporadas, pero en la presente, dada su poca participación (apenas 211 minutos entre Liga y Copa), se le abrió la puerta.

El Real Zaragoza, con el director deportivo Juan Carlos Cordero como gran valedor, apostó por él como refuerzo de invierno y la respuesta fue inmediata: media parte le bastó para acercar una victoria crucial. 

Su acometida hacia el gol definió su fútbol. La celebración posterior, su personalidad. Y es que Bebé, como destacan quienes han compartido vestuario con él, es un tipo simpático, alegre, que suele transmitir buen rollo.

Su incorporación puede aportar mucho dentro y fuera del campo. Su capacidad de liderazgo es incuestionable y, conforme se haga con los conceptos implantados por Escribá, podrá enriquecer ese fútbol callejero, liberado, que siempre le acompañó.

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