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La liberación de Mollejo

El manchego es el jugador que más ha crecido con la llegada de Escribá, pero necesitaba una actuación rotunda como la completada en Villarreal.

Foto del partido Villarreal B-Real Zaragoza, jornada 23 de Segunda División
Víctor Mollejo es abrazado por Alejandro Francés tras anotar el gol del triunfo en Villarreal. 
OMAR ARNAU - LOF

En la temporada de Víctor Mollejo hay un antes y un después de la llegada de Fran Escribá. El delantero manchego es, a buen seguro, el futbolista que más ha mejorado con el nuevo técnico, pero su crecimiento requería una actuación rotunda como la completada este pasado sábado en Villarreal.

La forma en que celebró el tanto de la victoria -entregándose a los seguidores zaragocistas con la cabeza gacha, sin alardes de euforia- definió el significado del momento; la liberación de un jugador que llevaba cuatro meses sin ver portería.

«Estaba haciendo bien las cosas, pero no me llegaba el gol. Hoy, por el hecho de haberle dado la victoria al equipo, me ha venido un soplo de aire fresco. Ha sido un alivio personal», reconoció Mollejo a la conclusión del encuentro en La Cerámica, como perfecto resumen de lo que venían siendo sus últimas semanas.

El de Alcázar de San Juan ha mejorado notablemente con el sistema 4-4-2 que plantea Fran Escribá. Aunque puede caer a banda, donde era utilizado habitualmente por Juan Carlos Carcedo, prefiere jugar arriba. Y así lo demuestra el rendimiento alcanzado al lado de Giuliano Simeone o Iván Azón.

Su mejor partido junto al argentino se vio en el derbi ante la SD Huesca. A pesar de no marcar, Mollejo se hartó de luchar, presionar y generar juego para sus compañeros. Fue el compañero que cualquier delantero quiere tener al lado. Y esa misma lectura se puede hacer de la dupla que el sábado formó con Azón.

Víctor Mollejo fue el socio perfecto del ariete canterano. El aliado hacia una remontada que demandaba coraje y corazón. El empuje que, esta vez sí, vino acompañado de un puñado de goles.

Ambos se bastaron para asfixiar la salida de balón del Villarreal B y hundir a los amarillos en su propio campo. Fue una exhibición de actitud y derroche que encontró recompensa en el referido tanto del triunfo, en ese testarazo inapelable que ensalzó el poderío de Mollejo en el juego aéreo.

Juego aéreo

A pesar de su estatura (1,77 metros), el manchego es capaz de ganar un buen número de disputas. Tanto en el área, como en esa acción del gol en la que se anticipó a De la Fuente e Íñiguez, como en los envíos en largo que es capaz de prolongar en tres cuartos de campo y que sirven para desahogar el juego zaragocista.

Mollejo es clave en los planes de Escribá. De ahí que haya sido titular en siete de los ocho partidos que el valenciano ha dirigido en el Real Zaragoza. Tan solo fue relegado al banquillo en Albacete, después de que ante el Ibiza se viese la versión más gris del binomio con Simeone.

A partir de ahí, lejos de venirse abajo, Mollejo comenzó a progresar hasta convertirse en uno de los jugadores más en forma de la plantilla. Siempre con permiso del propio Simeone, ahora apartado por una dolencia lumbar, y de un Azón que ha vuelto pisando fuerte.

En ellos tres –y en los posibles refuerzos– residen las esperanzas de un ataque en el que Gueye, tras su actuación en La Cerámica, está más señalado que nunca.

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