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Juan Carlos Cordero: de compañero de Morientes a escudero de Quique Pina

Nacido en Cartagena, tuvo una carrera discreta como futbolista tras dejar el Albacete. Su vida en los despachos ha estado ligada al controvertido empresario y agente.

Juan Carlos Cordero, en una rueda de prensa.
Juan Carlos Cordero, en una rueda de prensa.
CD Tenerife

Es un profesional muy capacitado, uno de los mejores conocedores del mercado de Segunda División y de las posibilidades de clubes con las limitaciones económicas propias de la categoría. Es buen negociador, muy exigente, y tiene un ojo muy fino a la hora de analizar un futbolista y detectarle su potencial», avanza sobre Juan Carlos Cordero (Cartagena, 1974) uno de los actores del mundo del fútbol consultados por este diario en los últimos días. «Tiene mucha personalidad, es directo en las distancias cortas, y eso en un entorno tan peculiar como Zaragoza ya veremos cómo le funciona», añade el ojeador de un club profesional español. «Siempre ha ido de la mano de Quique Pina, y eso deja cierta ‘marca’, sobre todo, tras la ‘Operación Líbero’, pero en Tenerife, ya sin el empresario al lado, creo que ha hecho bien las cosas», agregan en el entorno del club tinerfeño.

Y es ese nombre, Quique Pina, quien ha guiado la carrera del futuro director deportivo del Real Zaragoza desde sus primeros días en las profesión y hasta la llegada a Tenerife, donde ese vínculo de colaboración y esa relación de jerarquía tocó a su fin por dos razones principales: el deseo de Cordero de volar libre y abrirse su propio camino dentro de los despachos del fútbol español y por la necesidad de tomar distancias -al menos formales y laborales- tras la detención, procesamiento y encarcelamiento de Quique Pina a raíz de presuntos delitos de blanqueo de capitales, insolvencia punible y contra la Hacienda Pública con uso de sociedades pantalla y desvío de dinero vinculado a la operaciones del mercado del fútbol.

Una causa por la que Cordero tuvo que testificar después de que apareciera su nombre y su voz en registros y escuchas de la policía, que sospechó incluso de una relación de colaboración mercantil entre Cordero y Pina. La causa, iniciada en 2018, fue sobreseída el pasado mes de septiembre en la Audiencia Nacional porque «no resulta debidamente justificada la perpetración de los delitos imputados a los acusados». Sin embargo, hace apenas dos meses, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional aceptó el recurso de apelación presentado por la Fiscalía y acordó revocar parcialmente la resolución y declarar la improcedencia del sobreseimiento provisional. De este modo, en próximas fechas, podría celebrarse un nuevo juicio al que sería citado Juan Carlos Cordero.

Estos lazos entre el director deportivo -también sus hermanos- y Pina nacen desde su etapa de futbolista. Una carrera que le llevó por diferentes equipos de la Segunda División B tras pasar por la cantera del Albacete, donde un goleador histórico en ciernes, el exzaragocista Fernando Morientes, le cerró el paso al primer equipo. Cordero desfilaría así por Corralejo, Écija, Granada, Huesca, Sabadell, Benidorm y Ciudad de Murcia.

Fue allí donde dio el salto a los despachos, a la dirección deportiva, en un proyecto liderado por Pina, su representante hasta entonces. Tenía 26 años, pero decidió dar por cerrada su etapa como futbolista y dedicarse, así, a la gestión deportiva.

Cordero era delantero, miembro de una familia de futbolistas cartageneros: su hermano mayor Pedro sí jugó en Primera con el Albacete y su hermano pequeño Jorge hizo lo mismo con el Mallorca. Ambos también han figurado en diferentes equipos de trabajo de Juan Carlos, en Granada o Cádiz. Jorge ejerce, de hecho, en la actualidad en el club gaditano como miembro de su dirección deportiva.

Juan Carlos Cordero es, por lo tanto, un hombre de fútbol, «apasionado, muy dedicado con lo que hace», dicen de él. Entre 1999 y 2007, al Ciudad de Murcia, Cordero y Pina lo subieron de categorías regionales a Segunda División, hasta rozar el ascenso a Primera. Ese proyecto se trasladó a Granada, ciudad en la que se afincaría finalmente Cordero, con el nombre de Granada 74.

Después, Pina se vinculó a la familia Pozzo, dueños en Italia del Udinese y en Inglaterra del Watford, cuando adquirieron el Granada. Cordero se convertiría así, en 2009, en su director deportivo durante siete temporadas, con ascensos a Segunda y Primera División. Una etapa marcada por la colaboración directa del ‘imperio Pozzo’, con un abundante trasvase de jugadores, muchos sudamericanos y africanos, entre los diferentes clubes del grupo. Puede decirse que Cordero llega al Zaragoza conociendo bien la dinámica de sinergias de un grupo multipropietario de clubes como en el que se integra ahora el proyecto aragonés.

En 2016, Pina entró en el accionariado del Cádiz y puso a Cordero al frente de la dirección deportiva, con otro ascenso a Primera. Después de tres años, los problemas entre Pina y Manuel Vizcaíno, su socio en la propiedad del Cádiz, salpicaron a Cordero, que fue despedido en 2019, aunque lo debieron readmitir. Finalmente, salió del club gaditano. Y en febrero de 2020, firmó con el Tenerife, donde su proyecto se quedó la pasada temporada a las puertas del ascenso a Primera.

Aunque su primera apuesta para el banquillo, Fran Fernández, no salió bien, de la mano de Luis Ramis como entrenador, incorporó jugadores ahora revalorizados en el mercado: Álex Corredera, desde el Badajoz de Segunda B, Mellot, desde la segunda división francesa, o Elady Zorrilla, desde el descendido Castellón. También apostó por Víctor Mollejo. Este año, sin embargo, el equipo no termina de carburar.

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