Borrón y cuenta nueva en las entrañas del vestuario del Real Zaragoza. El carpetazo total y absoluto a la primera mitad de la temporada se consuma este martes a las 16.30, cuando dé inicio el primer entrenamiento posterior a las vacaciones de Navidad. Es un hito que, cada año, significa el nacimiento de la segunda mitad del curso en vigor, en este caso el 22-23, que en este caso viene plegado perfectamente en el calendario de la Segunda División española: antes de Nochebuena se jugó la primera vuelta íntegra y, a partir de Reyes, se pondrá en marcha la segunda, hasta finales de mayo.

No es un cambio de paso ordinario esta vez. Al contrario, la SAD está ante unas semanas de alto voltaje en la tarea de restaurar la plantilla para reparar los importantes defectos manifestados por el equipo que se diseñó en julio y agosto para afrontar este proyecto inicial de la nueva propiedad. El borrón y carpetazo necesita de movimientos de hondura en la estructura de la plantilla, más allá de solicitar a los miembros –numerosos como nunca– del equipo que den un paso adelante con fuerza y buen tino en su rendimiento, de modo que se perciba una mejoría necesaria para no pasar problemas en la tabla clasificatoria.

Lo que queda archivado en este punto concreto de la competición según lo desarrollado por el Real Zaragoza actual ha ido muy justo de solvencia, rendimiento y rentabilidad. Guardados en la estantería quedan cinco meses de liga en los que al equipo no le ha dado más que para ser el 16º de 22 en la categoría de plata, igualado con el 17º. La trayectoria zaragocista en el primer acto de esta temporada dibuja una línea demasiado baja en la altura de sus miras, siempre por debajo de la mitad de tabla y demasiado cerca de los cuatro puestos de descenso. El segundo acto, de hecho, arrancará con solamente cinco equipos con menor puntuación que los blanquillos.

Los 25 puntos adquiridos por el cuadro aragonés en los primeros 21 partidos (el 39% del total) oscilan sobre el promedio que, en la mayoría de los modelos de liga bajo el formato actual, han servido para obrar la permanencia, cifra que tradicional –y engañosamente– se establece en 50 puntos. Para evitar riesgos anómalos de última hora, Fran Escribá, que solo ha dirigido al equipo en los seis últimos partidos de la primera vuelta tras el despido de su antecesor, Juan Carlos Carcedo (un fiasco evidente tras el planteamiento inicial de este plan de negocio), sabe que ha de mejorar esta cifra en la cara B del torneo.

Porque ha habido años que con 50 puntos los equipos que tenían ese botín se han despeñado a Segunda B: el Mirandés, en la liga 13-14; el Cádiz y el Murcia en la 09-10; el Ferrol en la 07-08 y el Levante en la 03-04. Y, más recientemente, fresco en la memoria está el descenso del Deportivo de La Coruña en la 19-20 con... 51 puntos. Todo dependerá de cómo de exigente sea el transcurso de la segunda vuelta en la zona baja.

Si esa rehabilitación deseada y buscada desde el ámbito deportivo del equipo se hace bien, a través de un mercado de enero atinado y rentable a través tanto de las bajas que se puedan dar como, sobre todo, de los refuerzos que se elijan y se logren cerrar, será posible asimismo mirar hacia el otro lado de la tabla, hacia las alturas, con el horizonte de la 6ª plaza en la tabla (la promoción de ascenso) como aspiración a largo plazo. El propio Real Zaragoza tiene en sus credenciales una remontada de este calibre: fue en la liga 17-18, con Natxo González en el banquillo, donde dio el salto desde la 17ª posición, con 24 puntos, al término de la primera vuelta hasta la 3ª definitiva, con 71.

En la tarde de este martes 27 de diciembre, en la Ciudad Deportiva, volverán los mismos que se fueron el día 20 de vacaciones. Dentro de 35 días, con cuatro jornadas de liga entremedias, el elenco deberá haber cambiado algo.