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Real Zaragoza: Rebollo y la portería del futuro

El joven portero andaluz se ha abierto camino hacia el arco titular del Real Zaragoza en un periodo del club en el que la transición pos-Cristian ya aparece en el horizonte.

Dani Rebollo bloca una pelota en el partido de su debut con el Real Zaragoza frente al Huesca.
Dani Rebollo bloca una pelota en el partido de su debut con el Real Zaragoza frente al Huesca.
Guillermo Mestre

La victoria del Real Zaragoza contra el Huesca trajo la aparición en la portería de Dani Rebollo, el joven guardameta del filial al que se le echó la red el pasado verano procedente del Betis después de deshacerse el fichaje de Gaizka Campos, la operación que cerró el Real Zaragoza para robustecer la competencia en una posición con la titularidad bien remarcada con el nombre de Cristian Álvarez. Rebollo, el día de su 23 cumpleaños, debutó así con el primer equipo tras unos meses de apreciable rendimiento en el filial y con el respaldo interno de los técnicos del club.

Lo hizo bien contra el Huesca: dio serenidad después de tres semanas en las que Ratón no terminó de imponer la seguridad y la consistencia necesarias en el área pequeña; estuvo concentrado y sólido en las salidas y en las contadas acciones entre palos a las que debió hacer frente; y dejó pinceladas de su dominio del juego de pies. Dani Rebollo, en este sentido, después de partir como tercer portero en la línea de jerarquías de la posición, ya ha conseguido lo más complicado: la primera oportunidad.

Ahora, su misión es atarse a la portería del Real Zaragoza con rendimiento y poder de convicción, y hacerlo en un periodo en el que el puesto cobra valor de futuro ante una pregunta trascendental: ¿hay vida después de Cristian Álvarez?

El portero argentino ha ocupado la portería del Real Zaragoza durante las últimas seis temporadas con irrebatible brillantez y una extraordinaria ascendencia en el juego del equipo. Su impacto ha ido más allá de sus capacidades y su rendimiento sobresaliente entre los palos. Cristian Darío Álvarez no solo ha sido un portero; ha sido también un símbolo en tiempos en los que el Real Zaragoza apenas podía ofrecerlos. Un ídolo nacido en medio de la ceniza de la Segunda División. A sus 37 años, el Zaragoza sigue colgado de sus hombros, de ahí que su ausencia en el último mes, tras lesionarse un codo, se haya vivido con las dudas lógicas de quien pierde su salvavidas en pleno naufragio.

El club decidió renovarlo una temporada más, hasta 2024, el pasado mes de octubre. No hubo mucho margen para la negociación porque las voluntades estaban del todo claras: el Zaragoza entiende a Cristian como algo más que un portero dentro de la dinámica del vestuario y porque el argentino ha encontrado en Zaragoza su lugar en el mundo. Sin embargo, es obvio que por fuerza natural a Cristian se le agota el tiempo en el fútbol.

En el Real Zaragoza, el antiguo director deportivo Miguel Torrecilla ya tenía la transición pos-Cristian como una de las anotaciones en rojo de su proyecto y la búsqueda de un sucesor del argentino ya ocupaba sus prioridades para los próximos mercados. Torrecilla ya no está, pero esta encomienda será una de las que heredará la figura que acabe al mando del área deportiva.

Como primer paso de un periodo transitorio en la portería, el Zaragoza decidió el pasado verano incorporar un nuevo guardameta. Juan Carlos Carcedo era partidario de trabajar con tres aspirantes y en el club se vio el momento oportuno también para ensancharle la competencia interna a un Cristian al que Ratón nunca desalojó de la portería en los seis años previos y al que ya le frecuentaban ciertos problemas físicos temporada tras temporada. Así, el Zaragoza cerró el fichaje de Gaizka Campos, del filial del Celta. Sin embargo, el club resolvió su contrato de inmediato tras desvelarse unos tuits ofensivos del futbolista de cuando tenía 15 años. Así, de rebote, llegó Dani Rebollo, opción interesante en el mercado después de acabar su etapa en el Real Betis, donde ascendió por su estructura desde juveniles hasta llegar a tercer portero del primer equipo.

El Zaragoza, ante la edad sub 23 de Rebollo, determinó dos cosas: la primera, reservarle dorsal del filial para que reforzara ese equipo siempre y cuando no estuviera en disposición de jugar en el primero. Con Cristian indiscutible y Ratón como relevo puntual en el banquillo ante cualquier eventualidad, Rebollo tendría así continuidad con el Deportivo Aragón. La segunda decisión fue firmarle al onubense un contrato de una sola temporada, pero con una opción de prorrogar ese vínculo tres campañas más.

Un periodo de prueba compitiendo. Un examen que, en todo caso, Rebollo está completando hasta el punto de haber irrumpido ya en la portería principal del club. Fran Escribá ha gestionado este salto con delicada mano izquierda. Primero, ante la baja de Cristian, respetó el orden natural del vestuario dándole el papel a Ratón. El gallego ha sido durante seis años un digno recambio, asumiendo y respetando con profesionalidad la ingrata vida a la sombra de Cristian y también firmando buenas actuaciones cuando le tocó hacerlo.

Todo comenzó a torcerse no se sabe bien cuándo. Tuvo opciones de salir que no fructificaron. Y ahí siguió. Últimamente, le habían aflorado reproches tan considerables como desmemoriados, empezando en la grada, con silbidos a su nombre. En una posición tan crítica, tan expuesta a magnificar los errores y tan incomprendida, era un asunto sensible que Escribá, con tacto e inteligencia, ha sabido manejar en tiempos y forma. En cuanto a Ratón -cuyo rol está agotado y acabará contrato en junio- no le ha respaldado el rendimiento, el cambio por Rebollo ha llegado solo.

Ahora, al joven onubense se le ha abierto la puerta que buscaba. El paso de los partidos dirá casi todo sobre él. Por su parte, Cristian Álvarez tiene fecha de regreso en enero. El fútbol desvelará si Rebollo le cede el sitio o si el futuro de la portería comienza a escribirse de otro modo.

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