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Tres horas y media en superioridad numérica sin saber cómo ganar

El Real Zaragoza ha jugado 209 minutos contra rivales con diez y nueve jugadores por expulsiones: perdió en Vitoria y solo empató ante Eibar y Málaga.

Momento en el que el árbitro, Busquets Ferrer, expulsa a Javi Jiménez por su dura entrada a Bermejo en el minuto 13 el pasado sábado.
Momento en el que el árbitro, Busquets Ferrer, expulsa a Javi Jiménez por su dura entrada a Bermejo en el minuto 13 el pasado sábado.
Toni Galán

Llovió sobre mojado el sábado en La Romareda de manera dolorosa para el zaragocismo. Por tercera vez en 16 jornadas, el Real Zaragoza se mostró incapaz de superar a un rival que jugó infinidad de minutos con un hombre menos, por expulsión prematura de uno de sus futbolistas: en este caso, los protagonistas fueron el Málaga y su lateral zurdo Javi Jiménez, quien vio la tarjeta roja en el minuto 13 con 0-0 en el marcador. El partido acabó 1-1.

Antes, este síntoma de incapacidad para sacar provecho de una circunstancia tan favorable como es siempre en el fútbol contar con una pieza más sobre el campo, ya le había sucedido en Vitoria, justo en la jornada anterior. Entonces, el centrocampista Benavídez fue expulsado en el minuto 36, también con 0-0 en el tanteador. Y el Zaragoza terminó perdiendo 1-0.

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Pero esa de Mendizorroza no era la primera experiencia dolorosa de este tenor. Hay una más, cargada de mayor gravedad si cabe, pues tuvo lugar ante el Eibar en La Romareda hace mes y medio cuando los vascos acabaron el partido con nueve futbolistas. Esa tarde acumularon las tarjetas rojas del centralVenancio en el minuto 39 y del medipunta Javi Muñoz en el 76, ambas con el 0-0 inicial que acabaría siendo el definitivo. Al técnico ya destituido, Juan Carlos Carcedo, le hicieron mucho daño las –cronológicamente– dos primeras experiencias al respecto. El Eibar y el Alavés denunciaron la nula capacidad del actual Real Zaragoza para gobernar el juego, para llevar la iniciativa, para imponerse con la personalidad necesaria cuando el discurrir de un partido le obliga a mandar. El carácter, el talante de la plantilla, quedó muy abollado esos días.

Y la paradoja, el grave problema de lo sucedido frente al Málaga anteayer, es que el nuevo entrenador, Fran Escribá, se ha estrenado con otro giro de tuerca en el mismo sentido, agravado si cabe por que este partido de su debut al frente del Real Zaragoza lo tuvo en superioridad a lo largo de 83 minutos y el rival andaluz era –y es– el colista de la categoría.

Se puede colegir enseguida que, por lo tanto, el núcleo principal del problema está en la plantilla, en los grados de calidad de la misma en facetas cruciales del fútbol como son la creatividad, la combinación, la llegada al área rival, la personalidad de determinados futbolistas y, especialmente, la destreza para marcar goles en las porterías rivales. El suspenso en estas asignaturas es general en la inmensa mayoría de los exámenes semanales del Real Zaragoza. Y estos tres episodios referidos, con el estrambote final del último ante los malacitanos –que aún pudo ser peor de no mediar el gol final de Simeone que evitó una derrota ruborizante–, significan un termómetro demoledor de las carencias y máculas que arrastra en su estructura el actual equipo, muchas heredadas ya del año anterior y, también en buen número, de hace dos campañas.

Tres veces, no es casualidad

El día del Eibar, el Zaragoza de Carcedo desaprovechó 60 minutos, una hora de superioridad. Fueron 37 jugando contra 10 rivales vascos y 19 contra nueve (se computan los minutos de aumento de ambos periodos, que fueron nueve, cuatro más cinco). En Vitoria, en el adiós de Carcedo, el tiempo que el Real Zaragoza tuvo ventaja numérica fue 66 minutos, más de una hora, pues los añadidos sumaron 12 minutos, seis más seis. Y este sábado, Escribá padeció en primera persona el sentimiento de incapacidad de su plantel con una reiteración diabólica de este mal de hondura durante 83 minutos, casi todo el partido entero. Los aumentos sumaron seis minutos más a los 90 reglamentados.

Una vez, puede pasar. Cualquier escribano echa un borrón. Dos, podría ser una casualidad histórica, aunque ya deje en diversos analistas algún aroma de sospecha de que algo sucede en ese equipo. Y si sucede tres veces en mes y medio, como es el caso, conviene tomar cartas en el asunto, pues evidencia problemas superlativos.

Y al revés, siempre penaliza

Para que los efectos anímicos que origina este mal sean aún más perturbadores entre los responsables del equipo y la afición, la comparativa con lo que le sucede al actual Zaragoza cuando el escenario se produce al revés y es el equipo aragonés el que se queda en inferioridad numérica es asoladora.

Dos veces ha pasado el Real Zaragoza por este trance en el primer cuatrimestre. En Cartagena y en Santander. En ambas, sus piezas expulsadas del campo lo fueron con 0-0 en el marcador. Grau en Cartagonova, en el minuto 79, y Simeone en El Sardinero, en el 45. Y, a consecuencia de esa ventaja que se otorgó a los adversarios, el cuadro zaragocista perdió 1-0 en los dos paradigmas.

En Cartagena fueron solo 9 minutos de inferioridad, pues la roja al local Musto en el 88 hizo que el partido acabara 10 contra 10. Pero se pagaron caros. En Santander, fue medio partido. Los contrincantes sí saben aprovechar estos beneficios. Sangrante asunto.

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