real zaragoza

Real Zaragoza: aplausos para Aguado; pitos para Torrecilla y Carcedo

La Romareda recibió y despidió con una ovación al futbolista aragonés cedido en el Andorra, mientras que volvió a pedir al director deportivo y al entrenador que se vayan

Marc Aguado, con los colores del Andorra, en su primer partido en La Romareda
Marc Aguado, con los colores del Andorra, en su primer partido en La Romareda
Mestre/Galán

No faltó a las puertas de La Romareda, entre la dura digestión del nuevo sofoco de una derrota, quien afirmaba que el mejor centrocampista del Real Zaragoza había jugado con el Andorra: un Marc Aguado que dejó las pinceladas que el físico le dejó después de un par de semanas lesionado, aunque suficientes para observar en su trazo un fútbol clarividente, pausado, preciso y sencillo. Y el fútbol sencillo es, muchas veces, el más complicado de hacer.

El futbolista formado en la cantera del Real Zaragoza, con contrato en el club aragonés hasta el 30 de junio de 2025 y cedido en el FC Andorra, fue recibido con una sonoro ovación cuando su nombre fue mencionado en el desglose de alineaciones. Para él fue también la mayor lluvia de aplausos de la tarde, cuando se retiró hacia el banquillo, sustituido, con las piernas tiesas. En ese momento, La Romareda se puso en pie para reconocer a uno de los suyos que, ahora, se curte y madura en la cesión en el Andorra, donde cumple su tercera temporada a préstamo.

Fue curiosa esa retirada del campo bajo la aclamación popular por lo que sucedió al instante. Desde varios rincones de la grada, brotó con fuerza el cántico de «Torrecilla, vete ya», seguido, de inmediato, del «Carcedo, vete ya». Fue el modo que tuvo la afición de significar a los buenos y los malos de la película. Al jugador al que se le negó este verano un hueco que merecía a la vista de lo que pasó en La Romareda y de quiénes ocupaban su demarcación con la camiseta del Real Zaragoza. Y a los autores intelectuales de ese movimiento: el director deportivo que tramitó la operación y el entrenador que inspiró la contratación de Manu Molina, un centrocampista que vino a contraer aún más una posición que ya de por sí estaba cubierta de contratos inexplicables.

Marc Aguado, despedido ovacionado.
Marc Aguado, despedido ovacionado.
Mestre/Galán

Todo este entramado que formó parte de los episodios veraniegos del proyecto deportivo del Real Zaragoza tuvo su observación en las gradas de La Romareda al tiempo que saltaban por los aires, prendidas de indignación con una situación que no termina de enderezarse y a la que nadie quiere asumirle la parte que le toca.

Al entrenador le volvió a caer en racimo un grito reprobatorio que le persigue y le persigue, un «Carcedo, vete ya» convertido ya en un larva encapsulada en la atmósfera de los partidos del Zaragoza en casa, viciándola de tal modo que nada bueno puede sacar de ahí el equipo. Cuando eso sucede en La Romareda, cuesta reconducirlo. Hay precedentes de sobra. Al director deportivo, parecido: volvió a escuchar el deseo de que se fuera. Pero en la zona del palco hubo más: aficionados girados hacia Raúl Sanllehí, director general que vio gestos que aún no se había visto. También estaban dos de los consejeros, Emilio Cruz y Cristina Llop.

Mientras todo esto pasaba, un zaragozano estaba feliz por la victoria del equipo que sí ha confiado en él y que le permitió estrenarse como futbolista en La Romareda: Marc Aguado jugó para el Andorra un partido que nunca olvidará, por lo que significó para él y por cómo la gente lo recibió y lo despidió.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión