REAL ZARAGOZA

Torrecilla, señalado en su mes 22 como director deportivo del Real Zaragoza

La afición zaragocista añadió el sábado pasado a sus protestas sobre el entrenador, Carcedo, la figura del responsable de la construcción del equipo, hasta ahora intocado durante casi dos años en el cargo.

Miguel Torrecilla, en el momento de marcharse prematuramente del palco de La Romareda el pasado sábado en el partido contra el Villarreal B.
Miguel Torrecilla, en el momento de marcharse prematuramente del palco de La Romareda el pasado sábado en el partido contra el Villarreal B.
Toni Galán

El 15 de octubre ocurrió en La Romareda un hecho inédito hasta entonces durante 22 meses: la afición del Real Zaragoza protestó con dureza contra Miguel Montes Torrecilla, el director deportivo que lleva en el cargo desde mitad de diciembre de 2020. En casi dos años de trabajo al frente del área futbolística de la SAD, el ejecutivo salmantino había saltado con pértiga los momentos más dubitativos del equipo, que los ha tenido indefectiblemente -y unos cuantos- en las tres últimas temporadas. Por eso es noticia lo que aconteció en el estadio municipal durante el partido de la jornada 11 de la liga 22-23, el pasado sábado contra el Villarreal B. 

La sensación generalizada de que el Real Zaragoza, por tercer curso consecutivo, ha iniciado mal su camino por la liga, ya había puesto en el punto de mira de los seguidores blanquillos al entrenador, Juan Carlos Carcedo, en el anterior partido en casa, ante el Oviedo (1-1) y, a través del escaso centenar y medio de desplazados el día del Pilar a El Sardinero de Santander, también en el epílogo de la derrota cosechada por el equipo allí por 1-0 solo 65 horas antes de recibir al filial villarrealense. De manera súbita y refleja, el zaragocismo añadió a Torrecilla en su libro de reclamaciones orales y sonoras desde las tribunas y, así, el director deportivo sintió en primera persona cómo suena La Romareda en casos de este tenor.

En el minuto 30 de partido sonó la primera andanada para Torrecilla, dos minutos después de haber sido percutido de nuevo Carcedo. El director deportivo, en el palco, bajó la cabeza, con los auriculares inalámbricos de su teléfono puestos en los pabellones auditivos, y no gesticuló ni un milímetro. Como es costumbre en él, abandonó su butaca en la zona VIP en el minuto 43 para bajar, por las tripas del estadio, camino de los vestuarios. Y regresó al poco de iniciarse el segundo tiempo. Es muy probable que se perdiera el 1-0 de Grau, que llegó un minuto por encima del 45.

En el segundo tiempo, al que accedió con el balón ya rodando, cuando el ambiente se caldeó tras el empate visitante y el recrudecimiento de las censuras del público zaragocista a Carcedo y Torrecilla, la incomodidad aumentó. Esta vez, el director deportivo no esperó en el palco al pitido final del árbitro y, tres minutos antes del 90 (el partido duró 98 con el aumento), se marchó. Probablemente también se perdió el gol salvador de Zapater, salvo que lo viese en alguna gatera del estadio, fuera de las gradas. 

Torrecilla se fue cariacontecido escaleras abajo. Se sintió tocado por la situación y por la opinión pública, una sensación nueva para él desde que llegó a Zaragoza hace más de 22 meses. Ciertamente, algo se barruntaba el salmantino, pues antes del partido ya acudió al estadio con una antelación inhabitual, a las 14.15, dos horas antes, para entrar por la puerta de la rampa con los aledaños del campo vacíos de público todavía. 

Al hacedor de las plantillas de la segunda vuelta de la temporada 20-21, de la campaña completa 21-22 (con dos mercados) y de la estructura inicial de la actual, 22-23, parece evidente que se le ha resquebrajado el burladero en el que ha estado protegido hasta ahora. Cuatro ventanas de fichajes a su cargo no han logrado construir (tras el perentorio y no desarrollado convenientemente desmontaje de buena parte del equipo que hace dos campañas ya daba síntomas de ineficacia) un equipo que pelee por la zona alta de la tabla y agrade a la afición zaragocista, con una perenne y peligrosa ceguera ante el gol a la que no consigue dar curación. Esta es la nueva situación de Torrecilla en el medio ambiente del Real Zaragoza. Un episodio que tiene numerosos antecedentes y enorme jurisprudencia para analizar y pronosticar lo que puede venir de no mediar una reacción sobresaliente del equipo a partir de estos dos próximos partidos que jugará a domicilio, en Granada y Tenerife. 

Raúl Sanllehí, el nuevo director general de la entidad con el cambio de propiedad efectuado en mayo, observa en silencio este proceso de abolladuras que están sufriendo sus dos piezas de confianza en el timón del equipo. El fútbol es así, reza el tópico adagio anónimo. 

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