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Racing-Real Zaragoza: un entrenador en apuros

El Real Zaragoza visita al Racing con la misión de recuperar el crédito de su fútbol, en un día en el que Juan Carlos Carcedo necesita el alivio que solo una victoria da.

Entrenamiento del Real Zaragoza en La Romareda.
Entrenamiento del Real Zaragoza en La Romareda.
Álvaro Sánchez

En plena desorientación de juego, el Real Zaragoza visita al histórico Racing Club con su entrenador atado debajo de la lupa de ese juez del fútbol que son los resultados. Una delicada situación reconocida el pasado domingo por la grada de La Romareda al señalar a Carcedo, y que exige una reacción y mejora si el técnico quiere estirar su esperanza de vida en el banquillo aragonés.

Como el fútbol casi siempre ofrece lecturas al gusto del consumidor, Carcedo puede ofrecernos como defensa indudable la dinámica de una sola derrota en los últimos cinco partidos, más dos victorias y dos empates. Unos números que en esta categoría de salvaje igualdad y tendencias volátiles pueden entenderse como apreciables y decorosos. De ahí que en los despachos del Real Zaragoza no sean considerados -aún- motivo de alarmas excesivas ni argumentario suficiente para que Raúl Sanllehí le corte ya la cuerda a su gran apuesta del proyecto a los dos meses de competición. Diferente será si el equipo pisa tierra de descenso… El tiempo dirá si esta dinámica era una señal de un cocinado a fuego lento o el indicio principal de un desplome.

Otra cosa bien diferente son las notas que emite el fútbol del equipo, menos entusiastas incluso que la aritmética. Su juego ha declinado de tal modo que apenas quedan rasgos reconocibles del Zaragoza de los primeros partidos del curso. Al menos, en el uso del balón. El equipo sigue manteniendo cierta firmeza táctica en defensa. Es rugoso e incómodo y no sufre grandes periodos de sometimiento del rival, aunque siempre estará expuesto a detalles como que Cristian le brinde un gol al Oviedo.

Esa consistencia es, sin duda, una de las palancas desde las que debe levantarse el fútbol del Real Zaragoza. El regreso de Alejandro Francés contribuirá en ese sentido. La otra fortaleza del equipo, aún sin explotar, tiene dos nombres propios: Simeone y Azón. Suele afirmarse, no sin razón, que los equipos se construyen desde los cimientos defensivos y el Zaragoza, en ese aspecto, ya venía bien trabajado. Pero su tejado potencial también luce bien.

Giuliano e Iván conforman una pareja sobre la que condicionar muchas cosas. Una simbiosis a potenciar todo lo posible desde la pizarra. No hay dudas de que el Zaragoza tiene ahí una de sus grandes capacidades. Con Gueye, el fichaje estelar de Sanllehí y Torrecilla, aún en el frigorífico, Carcedo tiene delantera para optimizar y priorizar. Defensas y delanteros. La plantilla del Zaragoza tiene ahí sustancia. Falta lo que une lo uno con lo otro. Lo que genera, crea y conecta. Ahí es donde Carcedo aún no ha encontrado fórmulas colectivas viables.

Veremos si en Santander el técnico mantiene a Simeone y Azón como pareja, una vez que contra el Oviedo decidió coserlos como doble punta clásica, o descarga de esfuerzos a uno de ellos con la entrada de Gueye. O no. O vuelve al sistema 4-2-3-1, o a otro... Rotación habrá: Manu Molina, Bermejo, Gámez o Mollejo apuntan a entrar. Quizá también Nieto como refresco en el lateral.

Todo lo que sea necesario para combatirle a un Racing con características de equipo recién ascendido: bloque firme, defensa densa, compromiso competitivo, escasez de gol... Posado en el descenso, los cántabros llegan de ganarle al Levante. Antes lo hicieron en Gijón. Son sus dos únicos triunfos, todos fuera. En El Sardinero, ni ha ganado ni ha marcado gol. Tienen las bajas de los sancionados Elitim y Aldasoro. Atención especial merece el zaragozano Jorge Pombo, de inicio dulce de temporada. El Zaragoza debería vigilarlo.

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