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Caras largas, silencio en el campo y charlas de Torrecilla con Carcedo y la plantilla

El ambiente de este lunes en la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza denotó los efectos directos del nuevo patinazo ante el Oviedo y de la novedosa reacción de la afición, que perdió la paciencia en el mal inicio de liga.

Caras largas y gestos torcidos en el entrenamiento de este lunes en la Ciudad Deportiva.
Caras largas y gestos torcidos en el entrenamiento de este lunes en la Ciudad Deportiva.
Francisco Jiménez

Nada que no fuese esperado. Caras largas, gestos torcidos. Trabajo en silencio monástico en una fresca mañana en la Ciudad Deportiva. Hasta el cielo se ha nublado de la mano de la crisis zaragocista, agravada con el nuevo patinazo de este domingo ante el Real Oviedo en La Romareda, el enésimo. 

Miguel Torrecilla, el director deportivo del Real Zaragoza y autor del 'copyright' del formato de la plantilla actual, llegaba a las 10.00 de la mañana a las instalaciones y charlaba con el entrenador, Juan Carlos Carcedo, y con los jugadores, que venían de desayunar ya juntos en el restaurante del ya cerrado recinto de hostelería de los campos de entrenamiento de la Carretera de Valencia, solo abiertas para estas ocasiones a través de servicio de 'catering'.

Se retrasó el acceso de los medios de comunicación media hora, desde las 10.30 en la que estaba previsto el inicio de la sesión de preparación, hasta las 11.00. La razón, "trabajo en el gimnasio previo al entrenamiento". Fueron minutos extra para el diálogo, el análisis, la asunción del problema que tienen todos los responsables del 'staff' del Real Zaragoza tras el deficiente inicio de temporada y, ya desde el domingo 9 de octubre, la manifestación de pérdida de paciencia de la masiva afición blanquilla. 

Juan Carlos Carcedo y su extenso cuerpo técnico han propuesto un entrenamiento propio del pos partido. Los titulares que jugaron muchos minutos, aparte. Los suplentes y quienes solo asomaron un rato en el césped ante el Oviedo, poca cosa. Unos rondos, tonificación muscular y rutinas sin sustancia táctica. 

Ni una sonrisa. Ni una conversación de más allá de 20 segundos entre nadie. Todos saben el lío en el que se han metido ya en solo 9 jornadas de liga. Los veteranos, que conocen el terreno, con más razón de ser. 

Es la primera vez en esta era de Carcedo que se palpa este ambiente cortante después de un partido y de un encontronazo con la gente a causa de una pifia futbolística, que llueve sobre mojado. Desde los días cruzados en tiempos de Iván Martínez, de Rubén Baraja, de Imanol Idiakez, de Lucas Alcaraz, de Luis Milla... esta percepción no tenía tanta notoriedad. 

El equipo no disfruta en los partidos. Sufre. Y trabajar sufriendo no tiene largo aguante en ninguna profesión. Los trabajadores que rinden positivamente son los que acuden a su puesto laboral con ilusión y ganas de estar sus horas en la faena. En el fútbol, los equipos ganadores, los que juegan bien, tienen plantillas que gozan en cada partido. Los perdedores, todo lo contrario. Y la faz de la gente no engaña. La mirada de Torrecilla desde el ventanal de su despacho estaba cargada de preocupación y ceño fruncido. Algo ha cambiado de raíz después de lo vivido en La Romareda este domingo ante el Oviedo. 

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