Carcedo hace más versátil al Real Zaragoza

El equipo de Carcedo ha demostrado saber interpretar distintos modelos de juego. Es de esperar que el sábado, en Miranda de Ebro, se vea un bloque más parecido al de Ponferrada que al que logró la victoria frente al Sporting de Gijón.

Juan Carlos Carcedo, al frente de un entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva
Juan Carlos Carcedo, al frente de un entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva
Oliver Duch

La versatilidad es una de las señas de identidad del nuevo Real Zaragoza de Juan Carlos Carcedo. En las seis jornadas de Segunda que se llevan disputadas hasta la fecha, con ocho puntos sumados de los 18 que había en juego, el cuadro aragonés ha demostrado ser capaz de adaptarse a muy diversas situaciones de partido.

El Real Zaragoza del pasado sábado, ante el Sporting de Gijón, nada tuvo que ver con el de Ponferrada. La posesión del balón creció hasta el 56 por ciento; los centrocampistas tuvieron mayor protagonismo, especialmente Jaume Grau y Manu Molina en el doble pivote; y las llegadas al área contraria, sin que el gol de Mollejo sirva como ejemplo, fueron más elaboradas que las de El Tolarín.

Esto no significa que se jugase mejor partido, ni mucho menos. Ambas propuestas son válidas y se irán intercambiando a lo largo de la temporada en función del rival, haciendo del Real Zaragoza un bloque menos previsible que el que venía siendo en anteriores etapas.

Juan Ignacio Martínez estaba más encasillado en una idea única de juego y, cuando las cosas no funcionaban, tenía dificultades para escapar de ese planteamiento inicial. Era un entrenador a la antigua, alejado del manual de estilo que Juan Carlos Carcedo viene mostrando en la capital aragonesa.

Cierto es que la capacidad de reacción del Real Zaragoza con el marcador en contra no fue la mejor ni contra el Cartagena ni, especialmente, ante el Lugo; pero, tras esas dolorosas derrotas, el equipo ha vuelto a saber a lo que juega.

Del mediocampo hacia adelante, una de las grandes virtudes de este Zaragoza está en que posee futbolistas que manejan diversos registros. Jaume Grau sabe diferenciar perfectamente el fútbol con y sin balón; Manu Molina -tal y como explicó ayer en rueda de prensa- se siente cómodo siendo un jugador dinámico; Valentín Vada también ocupa una posición u otra en función de si se ataca o se defiende; y arriba hay jugadores, como Víctor Mollejo y Giuliano Simeone, que han demostrado que pueden ser posicionales o correr al espacio cuando las circunstancias así lo han requerido.

En Ponferrada, estos dos últimos ofrecieron un clínic sobre cómo moverse a la espalda. El pasado sábado, con el Real Zaragoza sobando más el balón, tuvieron mayor protagonismo en zonas alejadas de la portería, pero sin olvidar la verticalidad que los caracteriza.

Ahí está el ejemplo del gol de Mollejo, en el que Simeone dejó el balón de cara a Sergio Bermejo -sacando además a los rivales sportinguistas de su zona de confort- y este lanzó un pase en profundidad para el desmarque del autor del que, a la postre, traería la segunda victoria zaragocista de la temporada.

Movimiento estudiado

Este no fue un movimiento baladí. Fue un movimiento estudiado y practicado durante toda la pretemporada por un Juan Carlos Carcedo al que le obsesionan las salidas rápidas, atacando la espalda de la defensa contraria.

El de El Toralín bien puede ser considerado el paradigma de este modelo de juego. Y, probablemente, será el patrón a seguir por el Real Zaragoza de Carcedo en la mayor parte de los encuentros que dispute lejos del estadio de La Romareda, sin las exigencias que el aficionado pueda imponer en cuanto a la propuesta.

Empezando por el de pasado mañana en el campo de Anduva (16.15), frente a un Mirandés que, a pesar de un pésimo inicio de temporada que lo sitúa como colista de la Segunda División, siempre trata de tener protagonismo con la pelota.

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