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Cuenta atrás definitiva en el mercado para Sanllehí y Torrecilla

Apenas diez días restan para dar forma a la plantilla 22-23, aún inconclusa. El desatasco de varias salidas obligadas y el fichaje de un delantero goleador y otro punta versátil son tareas claves.

Sanllehí y Torrecilla, a principio de mes en Marbella con el equipo.
Sanllehí y Torrecilla, a principio de mes en Marbella con el equipo.
Francis González/LOF

Cada semana que pasa es, desde hace un mes, un bucle de sensaciones idénticas alrededor de la situación deportiva del Real Zaragoza dentro del aún abierto mercado estival de fichajes. El hecho sobre el que gira la atención, conocido y asumido por todos los implicados, es que la plantilla está inconclusa.

A nadie escapa que falta consumar todavía varias salidas (un buen número, si siguiera vigente el plan inicial de julio, tal vez ya disminuido) y, sobre todo están pendientes fichajes claves para la dotación de calidad y solvencia de la línea delantera que maneja actualmente Juan Carlos Carcedo. Un delantero centro y otro punta versátil son deberes pendientes desde el inicio del verano en los despachos de Raúl Sanllehí, el director general, y Miguel Torrecilla, el director deportivo.

Hoy, en el inicio de la que es ya la última semana que transcurrirá completa en agosto, la percepción de prisas y falta de tiempo para cuajar todo lo que falta por hacer aumenta en muchas atmósferas la presión a estos actores. Y es que quedan apenas diez días para que la persiana se baje en el mercado más extraño de la historia del fútbol español, caracterizado por la falta de dinero disponible, por la sobrepoblación de contratos en vigor en los vestuarios y por la estricta lupa que está aplicando La Liga a la hora de controlar el techo salarial de cada equipo.

Es ‘vox pópuli’ en el mundillo futbolístico el extendido número de casos en los que muchos clubes están atenazados por su balance financiero a fecha de hoy, lo que ha derivado en que La Liga no otorgue, incluso, el permiso para inscribir nuevos futbolistas o ficharlos de otros lugares. El Real Zaragoza, sin estar entre los que peor panorama tiene ante sí, se encuentra inmerso en un maremágnum particular por la herencia de la gestión precedente que ha hecho coincidir a 1 de julio más de 30 futbolistas con contrato firmado con la SAD blanquilla. Una barbaridad de soluciones complicadas, como el propio discurrir del verano está demostrando.

El reloj ya cuenta desde diez hacia atrás, con esos dígitos rojos que son sinónimo siempre de que lo que no se haya cerrado ya mismo es muy probable que se vaya fuera de plazo. Así que todo lo que ha ido dejándose para mejor fecha durante los últimos tres meses, sin acelerones mentales, confiando –erradamente, según se ha visto– en que un día u otro hallaría una solución dentro de los problemas singulares de cada caso, toca llevarlo a efecto indefectiblemente si Sanllehí y Torrecilla no se quieren ver ahogados en la noche del 1 de septiembre por un aluvión súbito de casos no solventados.

El '9' y otro punta, cruciales

El primer paso para poder firmar nuevos fichajes es hacer hueco cuanto antes en la masa salarial actual, prácticamente completada si no a punto de estar rebasada desde finales de junio. Pero, aunque cronológicamente eso sea preludio indispensable, el paso dos es realmente el crucial para que el Real Zaragoza aumente su potencial deportivo: poder incorporar fichajes en la zona de ataque, al menos dos que traigan en sus credenciales gol, presencia e intimidación en las áreas rivales.

Se confiaba, en medio de la creciente dificultad de la mayoría de las negociaciones para aliviar el vestuario de fichas que viene retardando la ejecución de estos fichajes pendientes, en la figura del joven Iván Azón como ‘9’ puro, emergente, enrachado desde marzo. Pero justo en la antesala de la liga, el canterano ha caído lesionado en una rodilla –nada grave, en principio– y está fuera de órbita por unas semanas. Así, tras la repetición un año más de esa figura contra natura que es que la competición empiece y dispute tres jornadas con el mercado abierto y en plena vorágine, los dos primeros partidos del Real Zaragoza (con sendos 0-0 finales) han dejado en evidencia que la carencia de gol en este equipo –no hacía falta esperar, pues es patente desde hace dos temporadas con registros de récords negativos históricos– es tan notoria como peligrosa.

No solo se trata de una cuestión cualitativa. También, para Carcedo, es un asunto de cantidad. El curso pasado, para el puesto de ariete, la abollada plantilla disponía, además de Azón, de Álvaro Giménez, Nano Mesa y, desde enero, de Sabin Merino. Estos tres últimos han salido de la caseta y, en todo caso, de los tres nuevos fichajes (no cabe contar al tercer portero, Rebollo, que iniciará el curso con el filial, Aragón, en Segunda RFEF), solo Simeone puede adaptarse circunstancialmente a ese rol de ‘9’, como anteayer.

Las salidas, al efecto vértigo

En sentido contrario, enquistadas desde primeros de julio varias salidas de las programadas y advertidas a los interesados, la resolución de cada una de ellas va a dilucidarse dentro del efecto vértigo que se produce en las últimas horas del mercado, donde las presiones ya son intensas y, muchas veces, decisivas para variar posturas inamovibles durante semanas precedentes.

Nick Buyla y Lasure, que ni están siendo convocados por Carcedo desde hace cuatro semanas (tanto en los dos partidos de liga como en los últimos amistosos de pretemporada), están ahí situados. Clemente también, solo que en su caso una lesión de pubis dificulta la pretendida tercera cesión del Zaragoza a otro club. Está inédito en la precampaña.

En el vagón de futbolistas con salarios altos de los que al club aragonés le gustaría prescindir, Petrovic, Larrazabal y Narváez, es complicado que pueda haber novedades salvo que aparezca a última hora un club que los quiera acoger, en sus respectivas circunstancias. Los tres han sido utilizados –más o menos– por Carcedo en los dos primeros partidos oficiales, a modo de escaparate y también por necesidad (caso del punta colombiano), dentro del círculo vicioso que provoca el hecho de que no hayan llegado los fichajes pretendidos y, por ello, el entrenador tenga que seguir utilizando a los futbolistas con la mayor naturalidad posible aunque todos sepan lo que hay, al menos hasta que el mercado se clausure.

¿Cabe la posibilidad de que el atasco en las negociaciones llegue vivo hasta el final y nadie salga, por lo que no se libere espacio para fichajes? ¿El 2 de septiembre el Real Zaragoza podría ser el mismo que hoy, sin cambio alguno? Sanllehí y Torrecilla han de hallar la salida de este atolladero.

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