REAL ZARAGOZA

Mollejo: "Hay mucho talento joven en España por explotar"

El nuevo punta del Real Zaragoza, de 21 años y cedido por el Atlético de Madrid, llega al equipo con la intención de mostrarse como un gran jugador de presente y futuro tras tres temporadas ya como profesional.

Víctor Mollejo, delantero del Real Zaragoza, en la mañana de este miércoles posa para HERALDO en la Ciudad Deportiva.
Víctor Mollejo, delantero del Real Zaragoza, en la mañana de este miércoles posa para HERALDO en la Ciudad Deportiva.
José Miguel Marco

Víctor, es usted un chico manchego de 21 años que desde niño está en la órbita de todas las categorías de la selección española. Eso es denominación de origen.

Tuve la suerte de estar en el Atlético de Madrid desde muy pronto. Es una escuela excelente, que te ayuda a mejorar día a día, con grandes profesores y medios. Los seleccionadores nacionales siempre me han tenido en cuenta desde sub-15. En realidad, solo me falta jugar con la sub-21 y este año aún puedo ser convocado. Es una aspiración que tengo, aún estoy a tiempo. 

Eso supone un aliciente extra del que el Real Zaragoza puede verse beneficiado.

Es lo que pretendo. Quiero completar la trayectoria llegando a la selección B de España. Quiero poder decir que he jugado en todas. A ver si tengo un gran año.

Su caso es único en el fútbol español. Habla de este modo y resulta que lleva ya tres años como profesional, en Segunda e incluso Primera División.

Es así. Llevo tres años tocando la puerta de Primera, ya sea por méritos propios en el Atlético y el Getafe o por haber ascendido con el Mallorca. Es el sitio donde quiero estar, tengo muchas ganas de asentarme en el fútbol de élite. Soy joven todavía y esto se trata de adquirir experiencias. Ojalá lo logre aquí en el Real Zaragoza. 

Quizá el camino se le esté haciendo largo por la paradoja de haber aparecido arriba muy pronto.

Empecé con 17 años jugando ya en el Atlético de Madrid y con 18 en la cesión al Deportivo de La Coruña, donde tuve un gran año en lo personal. Creo que no me vinieron las cosas antes de tiempo, sino cuando me tenían que venir. Tal vez al principio no estaba preparado y eso me hizo aprender deprisa. Pero si soy hoy un jugador de proyección es por lo que me ha sucedido. 

Cholo Simeone le hizo debutar en Primera aquí al lado, en Huesca. ¿Cómo recuerda aquello?

Fue de un día para otro y me cambió la vida. Yo estaba en el filial del Atlético y no tenía muchos minutos porque era muy crío en aquella plantilla. Me llamó esa semana para entrenar con el primer equipo, me llevó convocado y el domingo me puso un rato en Huesca. A partir de ahí empecé a jugar mucho más con el filial, a meter goles y Cholo me hizo dar un salto tremendo. A Simeone le estaré siempre muy agradecido. Fue un empujón clave para mi carrera. 

Y ahora se junta en Zaragoza con su hijo Giuliano. Qué casualidades tiene la vida. 

El fútbol, como la vida, es caprichoso. Yo a Giuliano lo estoy conociendo ahora, no había coincidido nunca con él. Cuando yo salí al Dépor él no había venido aún al Atlético de Madrid. Es un chaval encantador, se nota que es hijo de su padre. Lleva todo en la sangre y va a ser importante también en el Real Zaragoza.

Después de La Coruña vino Getafe, en Primera. No le fue bien ese salto a Primera. ¿Qué pasó?

Es difícil entrar en un equipo de Primera cuando eres tan joven. Tenía 18 años y pensaba que me iba a comer el mundo. A veces te equivocas. Tuve un entrenador (José Bordalás) que no confiaba en mí. Y me sentí prácticamente apartado. Esto te ayuda a ver lo que es el fútbol, ves en lo que tienes que cambiar y mejorar. Es todo muy complicado. Lo pasé mal pero, visto ahora, fue un año que me vino bien. Me cedieron al Mallorca en enero y, aunque tampoco jugué demasiado, logramos ascender a Primera y metí dos goles en la recta final.

¿Es difícil para los delanteros entrar en los planes de los equipos de Primera, tan dados a fichajes de veteranos y, sobre todo, extranjeros?

Sí, es posible que estemos más taponados que en otras posiciones, pero es ley de vida en el fútbol actual. Cuando eres joven, vas a un sitio y normalmente no sueles ilusionar a la gente. Ese papel lo tienen los más veteranos. No sueles llegar como primer espada, te falta trayectoria. Los jóvenes, todo tenemos que ganárnoslo a base de jugar y demostrar. Pero yo digo que hay mucho talento joven en España por explotar. Los clubes históricos deben darse cuenta de ello y apostar en vez de tapar esos huecos en las delanteras con tanta facilidad. 

Ha jugado en La Romareda un par de veces y... le ha marcado dos goles al Real Zaragoza. Se le dan bien estas porterías. 

Es verdad. Cuando vine con el Deportivo aluciné con el ambientazo del público de La Romareda. Ganó 3-1 el Real Zaragoza justo antes del parón por la pandemia. Atienza hizo el 1-0 nada más empezar y yo empaté en el minuto 7. Y el año pasado ganamos 0-2 con el Tenerife y metí el segundo en la otra portería, de cabeza. Es para pensar que voy a seguir con esa racha este año. Ojalá se dé. 

Existe la historia de que Mollejo cae mal en La Romareda. ¿Hizo usted algún gesto raro en alguno de esos dos partidos?

No. No es eso. Pasó que, tras marcar el 1-1 con el Dépor, me fui a celebrarlo como hago siempre, corriendo hacia el córner. Y yo no sabía que en Zaragoza el grupo de animación está justamente en ese sitio al que me dirigí. Fue desconocimiento mío, de pipiolo, de estar desubicado. Y no gustó en esa esquina mi presencia allí, algo natural. No hice ningún gesto. A partir de ahí, fui pitado y se dio lugar a ese panorama. Lo entendí, pero sin darle más importancia. Ese mismo día ya dije que la afición zaragocista era de 10. Y lo mantengo, ahora siendo uno de ellos. Vamos a disfrutar todos esta temporada, seguro. 

Su juego, además, le genera chispazos siempre cuando actúa de visitante. 

Lo admito. Soy un chico que, por mi pelea constante, al contrario le cae mal y al propio le gusta mucho. 

Es un casta, un futbolista de pelea constante, que no se arredra con nadie ni con nada. Se convierte en el pararrayos de las iras de los públicos rivales. 

Lo tengo asumido. Considero que mi aspecto físico también ayuda a ello. Al fútbol va gente que descarga su ira, a veces su odio. Me escucho muchos comentarios fuera de lugar desde niño. 

¿Lleva bien lo de la alopecia?

Sí, sí. Sin problemas. Lo llevo maravillosamente. Es algo natural que no debe generar complejos a nadie que lo sufra. Ni esto, ni otras muchas cosas. 

Ni es el primero ni será el último caso. 

Hubo un gran delantero argentino, Dertycia, del Tenerife y el Cádiz. Y el mejor árbitro del mundo, Pierluigi Colina. No tengo el más mínimo problema con esto, de verdad. Va conmigo desde que soy muy pequeñito. Es mi personalidad, mis rasgos, como todo el mundo tiene los suyos. 

¿Cuándo le sucedió esta circunstancia?

Con ocho años perdí todo el pelo. Hasta entoces yo llevaba el pelo largo, era el melenas del equipo y de mi grupo de amigos. Me acostumbré enseguida. El fútbol me ayudó mucho a superarlo. Hoy, no cambio para nada mi imagen por tener pelo. 

Llega a Zaragoza en su cuarto año como profesional. ¿Siente que es el momento de dar el paso adelante definitivo y que su carrera depende de lo que sea capaz de dar aquí?

Totalmente. Pero tengo claro que lo primero, más allá de lo individual, es ayudar al Real Zaragoza a estar arriba. Es una institución histórica que merece volver ya a Primera. En lo personal, claro está, sé que es el lugar para demostrar lo que yo soy, para conseguir goles, asistencias y números que me hagan progresar decisivamente. Ese es mi hambre futbolístico. 

¿Prefiere jugar como extremo derecho, izquierdo, por el centro?

No sé dónde me va a utilizar el entrenador. Puedo hacerlo en todos esos puestos y me da igual. En cada equipo he jugado en un sitio diferente. 

La Villa de Don Fadrique es su pueblo toledano.

De toda la vida. Nací en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) por la cercanía del hospital. Pero soy de La Villa y allí empecé a jugar. Tiene 3.700 habitantes y allí sigue toda mi familia, aunque mis padres están viviendo ahora en Madrid. Mis cuatro abuelos están en el pueblo, mis amigos de infancia. Tenemos un bar familiar, así que quien vaya a la zona debe ir al bar de Mollejo, que está en Alcázar. 

Será un ídolo entre los suyos.

Bueno... no ha habido nunca otro fútbolista en el pueblo, así que sí que hay mucha gente que me sigue de cerca, es verdad.

¿Se ve en la orla del ascenso del Real Zaragoza?

Me encantaría. Voy a hacer todo lo posible y más porque así sea, como ya pude lograrlo hace dos temporadas en Mallorca. Vamos a ello. 

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