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Un Zaragoza en primavera

El equipo aragonés, en una Romareda radiante y sonora, sube la cota de su fútbol frente a un Girona poderoso y se resiste a tirar la toalla de la promoción de ascenso.

Foto del partido Real Zaragoza-Girona, de la jornada 35 de Segunda División, en La Romareda.
Foto del partido Real Zaragoza-Girona, de la jornada 35 de Segunda División, en La Romareda.
José Miguel Marco

Al Zaragoza se le han puesto los colores y las luces de la primavera después de una tarde de fútbol radiante y feliz, un fútbol jugado en un estadio que latió con sus mejores galas, en un ambientazo de sol, sonido y fidelidad. Fue La Romareda de los buenos días y el Zaragoza del que da gusto presumir. Los chicos de Jim desarbolaron al Girona, un rival de vuelo alto, y lo sometieron con uno de los partidos más completos que se le recuerdan en mucho tiempo al equipo aragonés.

Algo tiene este Real Zaragoza cuando delante se le planta un adversario valiente, de juego abierto y pocos ánimos de especular. Bajo el manto de una hinchada animada, vibrante y encendida, diríamos que tan liberada como los jugadores, el conjunto de Jim desarticuló al Girona con un fútbol cartesiano y preciso en la presión, cerrándole todas las puertas y recuperando con robos de calidad para desplegarse con vértigo, frescura y verticalidad en sus ataques.

El Real Zaragoza descosió así al Girona, lanzándose como pirañas al espacio, y en una de esas carreras fue Borja Sainz quien le pegó una cucharada al pastel, levantando la pelota sobre Juan Carlos como quien se endulza el paladar.

Fue el gol de la victoria, pero pudo ser el primero de un triunfo mayor si en la segunda mitad, con el Girona inclinado hacia la portería de Cristian Álvarez, el Zaragoza hubiera introducido cierta pausa en sus contragolpes. Moderando sus revoluciones y con algo más de reflexión en la toma de decisiones, hubiera tenido la precisión necesaria en esos últimos pases para sentenciar el partido, sin necesidad alguna de llevarlo a la agonía de los nueve minutos de prolongación.

Pasado eso que pareció un tercer tiempo más que un añadido, el Zaragoza cantó victoria, resistiéndose así a tirar la toalla de la promoción de ascenso. La próxima semana, el equipo aragonés ya puede sellar matemáticamente la permanencia.

Desde que el fantasma del descenso se ha ido disolviendo, el equipo ha ganado serenidad, compostura, confianza y fiabilidad. Lo ha hecho con un centro del campo de circunstancias y adaptándose a lo que tocaba. Es uno de los atributos de este Zaragoza de Jim: su capacidad para salir siempre hacia adelante. Ahora, su fútbol se ha elevado a nuevas cotas, como amagó en Tenerife y certificó contra el Girona. El Zaragoza, con la primavera, se ha animado. Está en un pico de fútbol del que solo cabe lamentar que no llegara unas semanas antes.

Quién sabe hasta dónde le dará o cómo concluirá esta historia. Mientras tanto, mientras la gente reconecta con el equipo y se asoma al futuro de una nueva era con ilusiones renovadas y la expectación de quien mucho y bueno espera, el Real Zaragoza se empeña en conducirse hasta ese lugar al que alguna vez se le llamó pomada.

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