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La rareza de los goleadores que rondan los cuarenta en un fútbol de Segunda anómalo

Stuani (Girona), Rubén Castro (Cartagena) o Yuri (Ponferradina) rondan o superan los 40 años y están en cabeza del Pichichi de plata. Con ellos, Borja Bastón (Oviedo) o Djurdjevic (Sporting), cerca de los 30, denuncian la crisis de la estirpe de delanteros jóvenes. 

Rubén Castro, con casi 41 años, el goleador más veterano de Segunda, seguido de cerca por Stuani y Yuri.
Rubén Castro, con casi 41 años, el goleador más veterano de Segunda, seguido de cerca por Stuani y Yuri.
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Viene Cristhian Stuani este domingo a La Romareda. Regresa, mejor dicho. Porque con algunos años de salto provocados por el descenso a Segunda del Real Zaragoza, el uruguayo conoce el estadio zaragozano desde hace una década exacta. Stuani es uno de los paradigmas del fútbol español en Segunda División en el último trienio que denuncia que algo no está bien en este escalón de plata del ámbito profesional. Porque, con sus 35 años (cumplirá 36 en septiembre) es, como cada año, uno de los pichichis de la categoría con 17 dianas a estas alturas de liga.

Junto a él siguen goleando con asiduidad Rubén Castro, ariete titular del Cartagena con 40 años –le caerán los 41 en junio–, que suma 16 tantos. Baste un dato sobre este nueve: ya jugaba contra el Real Zaragoza en el estadio Insular de Las Palmas en el año 2000, hace 22 temporadas. Y sigue activo también Yuri, referencia de la Ponferradina con 39 años  (saltará a la cuarentena en agosto). Después de estas tres rarezas otro máximo goleador de Segunda es el exzaragocista Borja Bastón, hoy en Oviedo, que suma también 17 goles. El madrileño hará los 30 años en verano. Y Djurdjevic, que porta 13 goles en Gijón, va camino de los 29 años.

Es evidente que la estirpe del goleador está en crisis en el fútbol español. Y en Segunda, en vez de venir empujando la juventud, mandan tipos con edades nunca vistas en activo. La segunda categoría del fútbol español, como lema de partida, debería ser mayormente el vivero de crecimiento de los jóvenes y emergentes delanteros del balompié nacional. Un paso previo al salto a la Primera División. Un escaparate para observar a las futuras figuras de la élite española. Pero, salvo algunas excepciones (el Mirandés tiene a Camello, con 21 años, como único joven del top-10 del Pichichi este año con 13 goles), ocurre todo lo contrario.

Nunca hasta esta época actual había habido tres delanteros cuarentones en lo más alto de los índices de rentabilidad goleadora en Segunda. Es algo inaudito. Nadie les quita el sitio. No hay jóvenes o menos jóvenes pujantes capaces de indicarles la puerta de la retirada. Y, si los hubiere, nadie los ve o les da la oportunidad de mostrarse. Es un proceso contra natura en el fútbol español. 

Detrás de ellos, el mercado de Segunda ha ido acumulando un volumen elevado de puntas que se mueven de equipo en equipo, sin radicación fija, que van cumpliendo años sin apenas esperanzas de cambiar de nivel o rango. Álvaro Giménez, Stoichkov (este año más atinado), Ortuño, Quique González, Villar, Nano Mesa, Gallego, Cristian Herrera, Barreiro, Carrillo, Alegría, Zozulia, Xisco... antes de tener que irse al extranjero también Álvaro Vázquez, M. Gual... son algunos ejemplos de delanteros volanderos que se van haciendo mayores sin brillos pero con lugar fijo en la serie B española. Entretanto, cuesta sorprenderse cada año con un par o tres de muchachos jóvenes que apunten maneras para saltar a Primera en poco tiempo. Algo no está bien configurado en el fútbol del país.

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