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Otras caras, mismo resultado

Jim introdujo en el once titular a los recién llegados Eugeni y Sabin Merino. Ambos destacaron en un equipo al que le volvieron a faltar soluciones ofensivas

Un momento del partido entre el Real Zaragoza y el Málaga en La Romareda
Un momento del partido entre el Real Zaragoza y el Málaga en La Romareda
José Miguel Marco

Caras nuevas, otra propuesta, y mismo resultado. Juan Ignacio Martínez sacudió ayer el árbol sin encontrar frutos. La entrada de Eugeni Valderrama y Sabin Merino en el once titular tuvo más trascendencia en el estilo que en el producto final. El centrocampista hizo mejorar al equipo en el último pase y en el juego a balón parado; el espigado delantero aportó centímetros y presencia en el área… pero para ganar partidos hace falta algo más. Hace falta más claridad, ritmo y, sobre todo, determinación en los metros finales.

El dominio del Zaragoza fue tan manifiesto como ficticio. Ante la renuncia del Málaga a tener la pelota, solo propuso continuos envíos al área. En faltas, desde el córner, con llegadas de los laterales… la única alternativa del equipo de Jim fue mandar centros desde todos los ángulos, ante una defensa que empezó con dudas pero se fue afianzando.

Tras un primer cuarto de hora en el que el Zaragoza encerró de verdad al Málaga en su campo, los de Natxo se sacudieron el asedio y comenzaron a sentirse cómodos sin balón. Mucho más, después de la pifia de Petrovic que trajo el 0-1 y disparó el nerviosismo en La Romareda, de por sí caldeada.

El plan del Zaragoza, una vez serenado, no iba a cambiar. Los centros laterales iban a seguir siendo el único recurso durante la recta final de la primera parte. Principalmente, los llegados desde la banda derecha de Francés hacia un Sabin Merino que, aunque partía desde el flanco izquierdo del ataque, buscaba persistentemente la diagonal.

El ex del Leganés fue ayer el delantero más activo, más incisivo del Zaragoza. Merino las tocó todas pero no logró estrenar su casillero anotador. En los 73 minutos que estuvo sobre el terreno de juego, fue un incordio para Lombán y Peybernes, para una pareja que nunca transmitió seguridad y vivió del desacierto de los atacantes zaragocistas.

Cada balón al área resultó incómodo para la defensa visitante, pero no por esto el Zaragoza debió caer en la trampa de reducir sus variantes ofensivas. Las subidas de Chavarría y Francés, fundamentalmente, fueron la única vía hacia el empate. Los centrocampistas siempre condujeron los ataques a baja velocidad y sin ofrecer situaciones ventajosas a los delanteros.

Nada varió cuando Jim introdujo a Narváez por Borja Sainz en el descanso. El colombiano, Sabin Merino y Álvaro Giménez continuaron atacando en estático en el área. Con la fortuna de que, en uno de esos múltiples centros llegados desde la derecha, Cufré agarró a Giménez y cometió una pena máxima tan manifiesta como innecesaria.

El gol de penalti de Eugeni fue la recompensa a la insistencia. La actitud del equipo fue buena, pero sus recursos futbolísticos siguen siendo escasos. El intercambio de cromos volvió a ser la apuesta final de un Jim al que le sigue costando salir de su plan inicial.

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