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El Real Zaragoza se desnuda ante el espejo

El Tenerife, como hace una semana el Almería, sacó a relucir las carencias de este Zaragoza, muy alejado del nivel futbolístico de los candidatos al ascenso a Primera.

Borja Sainz se encara con Aitor Sanz, el capitán del Tenerife.
Borja Sainz se encara con Aitor Sanz, el capitán del Tenerife.
Toni Galán

El Tenerife, como había hecho una semana antes el Almería, le dio un baño de realismo al Real Zaragoza. Le recordó cuál es su techo y dónde, salvo giro mayúsculo de los acontecimientos, está su tope futbolístico esta temporada. El equipo que gestiona Juan Ignacio Martínez no tiene los argumentos ni el nivel competitivo para superar a este Tenerife, un señor equipo que cerró este domingo la segunda vuelta a un solo punto del ascenso directo. Los canarios son un bloque que actúa de memoria. Sacrificado, bien dirigido y con las dosis de oficio justas que demanda hoy la Segunda División. También juegan con aseo la pelota y son verticales si la situación lo demanda. El Tenerife es un candidato, por derecho propio, a jugar la próxima temporada en Primera División.

Una realidad muy alejada a la de este Zaragoza, que tampoco encontró la ruta para puntuar en su visita al todopoderoso Almería, el líder sin mácula de la categoría. Solo en una tarde redonda ante el Eibar, el Zaragoza ha sabido estar a la altura de uno de los tres candidatos a subir a los que se ha medido de forma encadenada. El Almería y el Tenerife, de forma consecutiva, han desnudado ante el espejo las carencias del Real Zaragoza cuando tiene delante a un adversario de enjundia, un candidato verdadero al ascenso a Primera División. Una realidad que se hace extensible a toda la primera vuelta: los aragoneses solo han sumado cinco puntos –de 18 posibles– ante los seis primeros clasificados. Han perdido en una semana con el Almería (3-0) y el Tenerife (0-2), cayeron en agosto en Valladolid (2-0) e igualaron con la Ponferradina (1-1) y el Girona (1-1). Solo le han ganado al Eibar (1-0).

Así, con esta cadencia de puntos y marcadores, es muy complicado –prácticamente imposible– que el Real Zaragoza alcance la zona noble y que compita "por la pomada" en el mes de mayo. Si el objetivo verdadero es asaltar en la segunda vuelta los puestos del ‘play off’ de ascenso, el Real Zaragoza debe mejorar sobremanera sus prestaciones ante los rivales directos, cuestión harto compleja analizando las sabidas carencias de la plantilla y con un escaso margen de maniobra en el inminente mercado de invierno. El Zaragoza cerró ayer la primera vuelta clasificado en el centro de la tabla, a cinco puntos del ‘play off’ y con un margen de seis unidades sobre la zona del descenso. Está, por presupuesto, en el lugar aproximado al que le corresponde. Por historia y ambición del cuerpo técnico, ha cerrado el primer giro del curso alejado de sus intenciones. Así lo ha asegurado este domingo el propio Juan Ignacio Martínez en la sala de prensa, contrariado por el rendimiento de su equipo en La Romareda, sabedor de que para estar arriba, tiene que competir y ganar a los de arriba.

Porque el Zaragoza nunca le miró a la cara al Tenerife. Jim introdujo en el once a Vada y a Nano Mesa, salientes de lesión, con la intención de dotar de mayor calidad al equipo en el tercio final. Pero ninguno de los dos cumplió con la misión en una primera parte que estuvo marcada por la calidad y la pegada del Tenerife. Las dos primeras veces en las que asomó al área, anotó dos goles, dos navajazos en el planteamiento zaragocista, un bloque al que le cuesta un mundo jugar a contracorriente en el marcador. El 0-2, anotado por Mollejo en el minuto 28, fue la liquidación real del partido. El Zaragoza tuvo una hora por delante para tratar de puntuar, pero el bajón anímico y futbolístico de esta plantilla cuando juega con el marcador en contra es letal. En la segunda mitad, la entrada de Sainz y Eguaras le dio mayor control y verticalidad, pero fueron fuegos artificiales. Salvo un cabezazo de Álvaro en un centro de Gámez desde la derecha, el Zaragoza se perdió en balonazos, protestas arbitrales y batallas innecesarias con los oficiosos y veteranos jugadores del Tenerife. La niebla de realidad desnudó al Zaragoza ante el espejo, sabedor de que su posición, hoy por hoy, está muy alejada de la del tren de cabeza.

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