El Juan Ignacio más disgustado

El regreso de Almería, con el 3-0 aún sin digerir, es el momento de mayor enfado del entrenador desde el inicio del curso.

Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, en el banquillo de Almería el pasado sábado
Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, en el banquillo de Almería el pasado sábado
Carlos Barba/LOF

Almería, en la tarde-noche del sábado, supuso un serio disgusto para Juan Ignacio Martínez ‘Jim’ y todo su cuerpo técnico. Antes de este partido de la jornada 20, la penúltima de la primera vuelta, el Real Zaragoza ha tenido desde agosto días malos, algunos con formato de derrota (pocos, solo tres antes de esta en tierras andaluzas) y unos cuantos con empates de esos que dejan paladar agrio. Pero ninguno alcanzó en su momento el grado de bofetada sonora para el trabajo previo de preparación del partido por parte de los técnicos, con Jim a la cabeza.

Nada salió según lo previsto en un día, eso sí, que todos asumían como de enorme dificultad por la envergadura del adversario. Prácticamente todo se hizo, bien defectuosamente, o bien en sentido inverso a lo que se debía por parte del grupo y de muchas de sus individualidades. Y, como colofón a una puesta en escena torcida, próxima al suspenso general, Jim se queja amargamente del apagón del grupo en la última media hora, tras encajar el 1-0. No es Juan Ignacio un entrenador que permita a sus equipos que bajen los brazos visiblemente y den lugar a una goleada postrera del que está enfrente. Por esto, el alicantino ya se quejó con amargura en la misma sala de prensa del estadio de los Juegos Mediterráneos de esta conducta de muchos de sus muchachos. Habrá reprimenda. Habrá, sobre todo, análisis y puesta en común con los protagonistas para sacar, en la medida de lo posible, conclusiones a positivizar de cara a lo que viene, que es aún medio torneo por delante.

Jim saludó tras comparecer ante los medios de comunicación a unos cuantos amigos almerienses en las tripas del estadio. Periodistas, empleados del club... y lo hizo con el gesto torcido. Martínez es de esos a los que el rictus los delata. No es fácil esconder un enfado cuando éste es mayúsculo. La vis política de Jim pierde fuerza cuando el cabreo es monumental. Y en Almería sucedió esto.

Además, sucedió en un viaje lejano de los que exigen una segunda noche de pernocta, sin regresar de inmediato a casa. La velada en el Hotel Elba de la capital andaluza fue áspera. Sonó la palabra ‘desastre’ cuando se aludió desde el cuerpo técnico a los últimos 30 minutos del partido. No es este el Zaragoza que quiere Martínez.

Jim no quiere escudarse en que el Almería era mucho rival, por más que esa sea la realidad. El Zaragoza cayó goleado por el súper líder de Segunda, un bloque que lleva meses compitiendo a un nivel muy superior a todos los demás, disparado en la clasificación cada vez con más distancias sobre los perseguidores. Pero, por eso mismo, era un partido para que los zaragocistas mostraran aptitudes de cierto nivel que dejaran entrever que es posible estar a la altura de los favoritos de esta liga de plata. Jim deseaba ver prolongada y mejorada la versión de seis días antes en La Romareda frente a otro coco, el Eibar, al que el Zaragoza derrotó por 1-0 en un partido, esa vez sí, con unos cuantos detalles de competitividad y casta de sus muchachos. Y el equipo le falló. No estuvo a la altura debida en un choque de tanto rango. Al contrario, Jim estima que se movió, colectiva e individualmente, lejos de los mínimos necesarios. En la cena, de vuelta al hotel, este parecer ya fue conocido.

Ya tienen un reto los jugadores blanquillos: ante el Tenerife (cuarto clasificado), el próximo domingo en La Romareda. Por su propio orgullo y amor propio, que se les presupone porque lo han demostrado otras veces, y porque el veterano entrenador no hace bien estas digestiones.

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