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El Zaragoza de la piel de cordero

Análisis de las claves del triunfo (1-0) del Real Zaragoza contra el Éibar en el estadio de La Romareda.

Partido Real Zaragoza-Eibar, en imágenes
Partido Real Zaragoza-Eibar, en imágenes
José Miguel Marco | Toni Galán

1. Jim apuesta por Petrovic

Juan Ignacio Martínez retomó el centro del campo de la única victoria en casa, frente al Sporting, abanderándolo con la presencia de Petrovic y rodeando al serbio de James y Francho Serrano. Cada uno de ellos en el perfil en el que mejor se expresan. El Zaragoza se ordenó así en un 4-1-4-1 en el que los interiores se emparejaban con Expósito y Javi Muñiz, el doble medio del Éibar, al que Garitano le mantuvo sus formas: un 5-2-3 mudable a 3-4-3 cuando había que atacar. Jim parece haber apostado por Petrovic cuando los partidos sugieren rivales mayores y eso el Zaragoza lo paga a la hora de la creación. Y así fue. De los pies del serbio, clavado como una estaca en cinco metros cuadrados de campo, salió un fútbol escueto, de pases sencillos, previsibles e inocuos, y con poca intención ofensiva. Optó Jim por él con una doble misión. Por un lado, fortalecer las defensas aéreas de un equipo con mucho juego exterior y buena estrategia. Y segundo, para emparejarse con Blanco Leschuk, especialista en el pivoteo y el cuerpeo, y clave en el juego del Éibar como camino intermedio hacia sus ataques en banda. Esto acercó a Petrovic demasiado a Jair y Francés y lo alejó de las zonas en las que el Zaragoza debía imponerse para dominar con la pelota. En defensa, eso sí, ante un rival sin mediapuntas y escaso juego interior, el serbio vivió cómodo. 

2. Las dos fisuras del Éibar

Con el Éibar presionando con 3 delanteros y defendiendo con 5 atrás, la clave iba estar en superar esa primera línea de oposición. El Zaragoza comenzó a vencerla con balones largos y un buen Álvaro Giménez cazándolos, pero le costaba asentarse en campo rival y generar acciones de peligro, más allá de un par de agitaciones inconclusas de Sergio Bermejo, más activo que eficaz en un carril derecho que condensó el 51% de las ofensivas aragonesas. Ahí debía estar el partido. El Éibar presentaba en su flanco izquierdo una fisura clara sobre la que se volcó el Zaragoza: Stoichkov amenazaba con su fútbol poderoso, libre, afilado y decidido, pero se ahorraba varias carreras de ayuda a Toño. En esa zona había una debilidad que resultó decisiva cuando tras el descanso Jim transportó a ese lado a Borja Sainz. El Éibar tenía otra región desprotegida: los alrededores de Javi Muñoz y Edu Expósito, una inferioridad numérica en el centro del campo que el Zaragoza no castigó lo debido porque Petrovic jugaba muy lejos de Francho y James. Aun así, si Stoichkov y Corpas no se cerraban a tiempo, el Zaragoza conseguía avanzar filtrando balones interiores. 

Real Zaragoza vs Away team - Football tactics and formations

3. Cargas de profundidad

El Zaragoza incrementó su intimidación tras el descanso cuando Jim trasladó a Borja Sainz a la derecha con la entrada de Narváez. El Éibar, además, condujo allí a Tejero, su mejor hombre de la primera parte en la derecha, tras quitar Garitano a un Toño amonestado al que ya le habían perdonado la segunda amarilla. Durante 15 minutos, el Zaragoza vivió su momento. Francho, Gámez y Borja Sainz explotaron la zona combinando triángulos y generando superioridades. Fue un equipo de mirada vertical, siempre hacia adelante, rápido y profundo. La producción ofensiva creció. También sus efectos: los saques de esquina. De uno de ellos, servido por un Francho omnipotente en ese tramo del partido, lo mandó a la red Alejandro Francés, al que se le hinchó la vena del cuello de tal modo que nadie pudo ya con él.

4. Jair y Francés, contra el asedio

En ventaja, Juan Ignacio Martínez se puso más feliz que nadie. El partido se adentraba en un terreno en el que el entrenador del Zaragoza se maneja como pocos. Una salsa con la que se relame. Si su equipo ya había entrado al partido etiquetado como inferior ante un Éibar en ascenso y con una plantilla de mil y una posibilidades, ahora el guion se iba acentuar. Metió a Zapater por James y ensanchó la capa defensiva del equipo. Por inercia, como suele suceder en situaciones así, en ventaja, con un rival herido y con cambios que llevan un mensaje en una botella, el Zaragoza comenzó a acularse. Garitano hizo lo que tocaba: metió a Llorente por Blanco Leschuk y Fran Sol por Corpas, aunque estructuralmente el Éibar no iba a cambiar. Poco a poco, fue aumentando la lluvia sobre el área de Cristian. Jim dio su siguiente paso: el tercer central. Lluís López entró en escena con diez minutos por jugarse. La pelota pasó claramente al Éibar y arreció el asedio. Alejandro Frances y Jair Amador, entonces, llamaron a la resistencia. Duelos, tiros bloqueados, despejes… Defendieron con espuma en la boca, como dos bestias, mientras recibían el apoyo de Petrovic, que encontró el momento de partido en el que ser influyente de verdad.

5.. El Zaragoza que vendrá

Garitano metió todo: Quique y Rahmani. El Éibar se fue a la heroica, y Jim, bien tranquilo porque ha estado muchas veces en ese lugar, sacó a Azón para ganar metros y tiempo y a Adrián para aliviar apuros aéreos. Y finiquitado. Victoria. Triunfo de un Zaragoza que se siente cómodo con esa huella de equipo menor, cuando no le ceden responsabilidades ofensivas ni le ponen exámenes de creatividad. Cuando tiene delante adversarios animados, con hambre de ganar. Esto explica su buen tono ante rivales de gran tamaño, como Las Palmas o en su día Sporting. Ahora vienen otros dos, Almería y Tenerife. Jim se maneja bien leyendo a esos oponentes. Cuando hay que desarticularlos desde los espacios y no desde el balón. 

Jim tiene al equipo cada vez más cerca de lo que es su fórmula preferida, aproximándose a ese Zaragoza de lámina conservadora, rigores defensivos, prudente y que tan cómodo se siente cuanto más debe simplificar su fútbol. Ese Zaragoza de piel de cordero -inofensivo en apariencia ante rivales de recursos y juego superiores, pero con las uñas afiladas, sufridor de los partidos y gestor de sus momentos en ellos-, es el que puede acabar afianzándose en la identidad de un equipo aún con varias cosas por definir.

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