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Aragoneses en La Palma: “Vivimos el día a día con mucha incertidumbre”

Javier Stabilito y Daviana Rodrigo, dos zaragozanos que gestionan un restaurante en la isla de La Palma, relatan su experiencia en los 70 días de erupción de Cumbre Vieja.

Los zaragozanos Davinia Rodrigo y Javier Stabilito, en la barra del restaurante La Isla de Goya, en Santa Cruz de La Palma.
Los zaragozanos Davinia Rodrigo y Javier Stabilito, en la barra del restaurante La Isla de Goya, en Santa Cruz de La Palma.
D. Á.

Los zaragozanos Javier Stabilito y Davinia Rodrigo gestionan el restaurante La Isla de Goya, el refugio y lugar de reunión de la decena de aragoneses que viven en la isla de La Palma. El local, a pie de la playa de Santa Cruz de La Palma, es un rincón plagado de motivos de la tierra: desde un cachirulo a la Virgen del Pilar pasando por un cuadro de Labordeta. El menú también recoge productos típicos aragoneses como las migas y vinos de la tierra. Para ellos, este miércoles es un día especial: Javier y Davinia han cambiado los turnos para ver esta tarde al Real Zaragoza frente al Mensajero, el club local que, dicen, “tiene una gran afición”.

Javier y Davinia llevan más de seis años en una isla que ya consideran como su segunda casa, aunque su corazón “siempre estará en Zaragoza”. La covid y sobre todo la erupción del Volcán de Cumbre Vieja marcan la vida de estos dos aragoneses, que como todos los vecinos de la zona, viven “con la incertidumbre del día a día” la evolución de los acontecimientos. “Ahora parece que todo está un poco más controlado en cuanto a la evacuación de las personas y los controles de las zonas, pero lo cierto es que al principio todo fue un poco caótico”, explica Stabilito, de ascendencia italiana pero nacido en Zaragoza. Incluso ellos llegaron a preparar una maleta, siguiendo los consejos de las autoridades de la zona, por si tenían que evacuar de un día a otro sus viviendas, extremo que no se ha llegado a producir.

Su negocio, El Rincón de Goya, está sufriendo como todos las derivadas de un volcán del que no se vislumbra a corto plazo su final. “Ahora es temporada alta en la isla y tenemos la terraza a medias. Somos una isla que vive del turismo y, por ejemplo, la semana pasada el aeropuerto estuvo cien por cien cerrado. Las visitas se han reducido en un porcentaje muy alto, pero aun así seguimos trabajando con ilusión y ganas de revertir la situación”, relata Rodrigo en la cocina.

Los terremotos diarios (esta noche se han registrado más de 300 y varios se han sentido en el corazón de Santa Cruz de La Palma) y la ceniza dan forma ahora a su día a día. “Aunque en el fondo es lo de menos, teniendo en cuenta las múltiples tragedias que se han vivido, la ceniza forma parte de nuestro día a día. Se acumula en los tejados, en las esquinas. Por ejemplo, yo hace más de dos meses que ya no tiendo la ropa en la calle”, apunta Rodrigo, que duerme en la misma habitación que sus dos hijas pequeñas por temor a un movimiento sísmico de impacto que pueda lastimarlas.

“Al principio nos sorprendían los temblores de la tierra y los comentábamos entre nosotros. Ahora estamos un poco más acostumbrado a sentirlos noche sí y noche también”, subraya Stabilito. “Nos hemos vuelto todos unos expertos vulcanólogos y las conversaciones giran en torno a los cambios en la dirección del viento, las nuevas bocas en Cumbre Vieja o los metros cúbicos de lava que ha expulsado el volcán”, subrayan.

Zaragozanos y zaragocistas, la visita del club aragonés ha despertado la ilusión y los alicientes de esta familia que tiene la ilusión de que el volcán termine “lo antes posible” para poder recuperar “poco a poco la normalidad”. “Nosotros solo hemos sufrido una pequeña parte de las consecuencias de la erupción de Cumbre Vieja, pero tenemos conocidos que están en una situación mucho más complicada”, lamentan.

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