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Real Zaragoza-Leganés: cómo hacer costumbre de ganar en casa

El equipo aragonés pretende lograr este lunes su segunda victoria en La Romareda en lo que va de temporada, su talón de Aquiles y asunto clave para reparar su trayectoria.

La plantilla zaragocista, en la última sesión preparatoria llevada a cabo en el estadio de La Romareda.
La plantilla zaragocista, en la última sesión preparatoria llevada a cabo en el estadio de La Romareda.
Oliver Duch

El Real Zaragoza cierra en la noche de este lunes, fría y lluviosa según la previsión meteorológica, la jornada 17 de la liga de Segunda División. Otra dosis de neofútbol, en velada de día laboral (a las 21.00 empieza el partido), con tiempo de manta y caldito caliente que espanta a la afición de las gradas por pura naturaleza de las cosas. Este es el fútbol cibernético, el de plató televisivo, en horario de ‘prime time’ para ser visto preferentemente en pijama, batín, zapatillas pantunflas y con la cena en la mesa, de mantel y cubierto. En los estadios está prohibido comer, además, tras la pandemia. Y el día siguiente hay que madrugar, hay trabajo y escuela para mayores y pequeños, para ellos y ellas.

En ese escenario, al que nadie de la vieja guardia acabará acostumbrándose porque, en este caso, la letra con sangre no entra, el equipo zaragocista se jugará ante el Leganés la posibilidad de dar un paso cualitativo de gran profundidad en caso de victoria. Porque, en primer lugar, sería la cuarta consecutiva, una racha que se da muy de vez en cuando por estos lares desde hace una década (últimos años en Primera inclusive). Y, por otra parte, porque, sobre todo, supondría enlazar el segundo triunfo como locales, en La Romareda, reparando poco a poco el gran roto que ha lastrado al equipo de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’ en el primer trimestre de competición hasta acabar cayendo peligrosamente a los puestos de descenso: era incapaz de ganar partidos, pero en especial le resultaba imposible salir airoso en su propio estadio, algo anormal e indefendible de no poner remedio urgente.

Por eso se aplaudió con fruición que el primer punto de sutura a esta herida sangrante que ha sido desde agosto a noviembre jugar en La Romareda lo pusiera el equipo zaragocista hace dos semanas, derrotando por fin, a la octava intentona, al Sporting de Gijón por 2-0. Se acabó ahí con la serie de siete pifias seguidas que han hecho volar ya 15 puntos del viejo campo zaragozano y que no se recuperarán jamás. Ahora es momento de darle continuidad. Es el día D para ello. No se puede fallar.

Si el Real Zaragoza enganchase en la próxima medianoche una dinámica de 12 puntos sumados de 12 disputados en los últimos 20 días, con un pleno positivo en cuatro jornadas seguidas, el volteo anímico y material de la crisis vivida hasta el minuto 83 del partido de Burgos –eso fue en el reciente 4 de noviembre– sería firme, contundente, a considerar ya como mutación positiva nada casual. La clasificación, además, cimentaría el revivir del Zaragoza con una distancia considerable con el peligro de la zona roja y acercando el lamín de la promoción.

El rival es el Leganés. Un peligro por su extraño perfil actual. Es un favorito al ascenso, un equipo que ya debió volver a Primera en junio pero que, en su primer año tras bajar de la élite, se estrelló contra pronóstico en la promoción ante el Rayo Vallecano. Y, pese a que tiene el mismo armazón con el que compitió hace año y medio en lo más alto del fútbol español, llega hoy a Zaragoza antepenúltimo, atascado en el barrizal del descenso tras un comienzo de liga penoso. Su entrenador fetiche, Asier Garitano, ha saltado por los aires a causa de esta inesperada desconexión de un plantel de lujo, con los Riesgo, Palencia, Shibasaki, Pardo, Vico, Arnáiz, Recio, Juan Muñoz, Sabin Merino... Con nuevo técnico, el tunecino Nafti, están en plena reacción (ganaron 0-2 en Huesca en su último viaje). El programa de mano de este choque anuncia emociones fuertes.

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