Álvaro Giménez encuentra el gol

Este martes, el Real Zaragoza sacará al estrado de la sala de prensa de la Ciudad Deportiva a Álvaro Giménez y esa programación mediática lo dice todo sobre el momento del equipo y del futbolista. Hace unos días, con los tambores de crisis golpeando los tímpanos del zaragocismo, esa decisión era inviable, pues casi todos los debates sobre los problemas principales del conjunto de Jim giraban como un tornado sobre las figuras de los delanteros, vacíos de aciertos y de goles después de un trimestre de temporada. Convenía no ofrecer respuestas donde no se podían encontrar.

Álvaro Giménez sufrió, en esos días, la parte que le tocó: delantero con pasado goleador -aunque puntual y muy concreto- en Segunda, que no marcaba en un equipo atrapado por el síndrome de la pobreza anotadora de sus atacantes pasados. Un fantasma que comenzó a perseguir a Álvaro Giménez y Nano Mesa, las dos referencias atacantes fichadas para este curso, desde el mismo momento en el que firmaron este verano su contrato con el Real Zaragoza. Les pidieron los goles con el bolígrafo aún en la mano. Esos goles han comenzado a llegar. Como en un parto eterno y doloroso, pero han llegado. Álvaro encarna mejor que nadie la losa de esa exigencia. Un delantero que, por su perfil, está más expuesto que nadie a las rachas y los juicios pasajeros. Álvaro es un ariete de mucha presencia en el área, pero escasa actividad en ella: contabiliza pocos remates, toca balones en baja frecuencia… Está pero no parece que esté.

Es un ‘nueve’ que si quiere marcar y escapar de la natural tiranía de las cifras de todo delantero necesita un elevado índice de acierto. Sus dos goles en Las Palmas son la viva representación de la naturaleza de su juego: marcó en sus únicos disparos. Nada más.

Dos goles que engordan sus números y los levantan a tres, junto al anotado en Burgos para ganar, también en su único tiro. Es decir, Álvaro Giménez, en los partidos que ha marcado, lo ha hecho en todos sus remates.

Sus tres goles en poco más de una semana le han levantado el ánimo y le han aliviado una situación de permanente observación que no anunciaba nada bueno para el protagonista. De puertas adentro del vestuario, no obstante, el jugador recibió la confianza de Jim, quien hace quince días, públicamente, pronosticaba que esos goles de Álvaro, y de Nano, estaban al caer. Así ha sido. Los dos goles de Álvaro en Las Palmas revindican el momento de los delanteros del Real Zaragoza.

Después de dos meses y medio sin agua que llevarse a la boca, han emergido: el equipo aragonés acumula cuatro partidos consecutivos con gol de sus delanteros. Puede parecer una obligación natural, pero el Zaragoza viene de donde viene. Nano le marcó al Mirandés, Álvaro se apuntó uno contra el Burgos, Nano repitió contra el Sporting y Álvaro redondeó un doblete en Las Palmas: cinco dianas entre ambos en total.

El gol está. Ahora, solo dos semanas después de no tenerlo, Álvaro y Nano lo tienen. Lejos quedan las sospechas sobre una desacertada elección de los arietes, sobre la verdadera calidad rematadora de estos jugadores, sobre la estructura de la composición del ataque en la plantilla… Los vientos habituales en estos casos.

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Su temporada de 19 goles en el Almería se ha convertido, después, en el arma de doble filo de Álvaro Giménez. Es la razón fundamental por la que se ganó un buen contrato en el Birmingham, por la que lo incorporaron el Cádiz y el Mallorca para ascender y por la que lo fichó el Zaragoza. Esos 19 goles le dieron crédito, pero también se instalaron sobre él como una espada de Damocles, apuntándole con la exigencia de aquellos números. Desde su llegada al Zaragoza, Álvaro no se ha separado gran cosa del comportamiento que tuvo en Almería: un goleador que no necesitaba mucha pólvora para marcar. Un lobo solitario del área. Y en Zaragoza esa es su huella. Promedia tan solo 1,1 remates y 20 toques de balón por partido. Es un delantero de pocos tiros, todo lo contrario que Narváez, que promedia casi el triple de disparos y el doble de toques de balón. Álvaro le disparó dos veces a Las Palmas, tres al Sporting y Mirandés -mucho para él-, una al Burgos, ninguna al Girona, una a la Ponferradina, una al Málaga... Contra el Huesca, cuando falló un penalti y tiró otro balón al poste, remató cinco veces. Fue el día en el que Álvaro se anunció como el delantero que podía ser.