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El Zaragoza pica, pero no mata

Análisis de las claves del empate del Real Zaragoza contra el Girona en el estadio de Montilivi.

Partido Girona-Real Zaragoza, 12ª jornada de Segunda División
Partido Girona-Real Zaragoza, 12ª jornada de Segunda División
Eddy Kelele / Agencia LOF

1. La revolución conquista al Girona

Juan Ignacio Martínez le dio un vuelco al equipo, con ocho cambios y un centro del campo de nueva implantación: Petrovic, Francho y Adrián relevaron a Eguaras, Zapater y Vada. Observando la naturaleza del rombo creativo del Girona, con los talentosos Aleix, Baena, Borja García y Samu Saiz, y dos carrileros profundos, la fórmula presentaba las dudas defensivas de los recién entrados: un Francho recién salido de inactividad y el paso denso de Petrovic y Adrián anunciaban problemas si el partido exigía correr detrás del Girona.

2. La pelota y la presión

Pero fue el Zaragoza quien manejó los hilos de la posesión. En el minuto 40 de partido, dominaba en este aspecto con un 54% de balón. Desde la pelota, sentó un pilar defensivo, evitando la influencia de Áleix, Borja y Baena. Más guerra dio Samu Saiz, el electrón libre del Girona, pero el Zaragoza logró sujetarlo lejos de sus zonas de incidencia más peligrosa. Ayudó a ello, la presión tejida por Jim en campo contrario: el Girona nunca salió jugando. El técnico emparejó, hombre a hombre, a sus tres futbolistas avanzados con los tres centrales gerundenses, pero sobre todo fijó a sus piezas del centro del campo sobre las del rival: Adrián (luego Vada) se pegó a Áleix, Francho siguió a Borja, Petrovic acosaba a Samu y, sobre Baena, se adelantaba Jair. Fue, precisamente, en este sector, con Jair saliendo de zona, como el Girona dispuso de dos de sus tres ocasiones de la primera mitad: el gol anulado a Bustos y el centro raso de Baena que no tocó el argentino por milímetros. El Zaragoza tenía anulado al Girona, pero sufría en lo de casi siempre: los metros finales.

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3. El factor Lluis López

En la construcción del juego, el central Lluis López resultó capital. El Girona también presionaba alto, pero el Zaragoza siempre encontró salida con Petrovic de paso intermedio hacia López. El central supo siempre dar el paso o los pasos adelante para encontrar el espacio libre a la espalda de la presión y lanzar al equipo por el sector derecho. El Zaragoza progresó bien en muchas fases, pero le faltaba más colmillo en zonas intermedias. Nano se despegaba de la banda izquierda (donde corrió con generosidad en defensa) al estilo de Narváez, pero no conseguía hacer daño (aunque lo haría). Tampoco Adrián o Bermejo.

4. Vada, el maquinista

La entrada del argentino activó esa zona en la que en la primera mitad el Zaragoza fue inofensivo. Le dio vida a la mediapunta y el equipo de Jim dio un paso adelante, tensionando al Girona en la zona de Borja, Jairo y Juanpe. Por ahí llegó el gol, muy bien elaborado y triangulado: Nano apareció para hacer daño con un pase clave, Gámez corrió y pasó, y Vada ejecutó con habilidad y determinación. El acierto y el corazón del centrocampista argentino, su empuje, su oficio y su oportunismo, lo confirman como la correo de transmisión necesaria en el equipo, el maquinista de este Real Zaragoza. Lástima su lesión.

5. Stuani entierra la victoria

La victoria estaba bien enfocada. El Zaragoza era muy superior en la segunda mitad y el Girona apenas alcanzaba el área de Cristian Álvarez. Míchel movió piezas: desarticuló la defensa de cinco, metió extremos puros como Sarmiento y Ureña y sacó al ruedo el rifle de Stuani. Jim no consideró cerrar los diez minutos finales con tres centrales. El equipo, animado por un Girona partido por el medio, no paró el ritmo ni guardó la pelota: siguió yéndose arriba. Y en esas, una pérdida de Francho dejó al descubierto al Zaragoza. Samu Saiz propulsó una contra y la pelota acabó en la banda izquierda. El centro de Sarmiento lo facturó Stuani con arte de depredador. No necesitó más el uruguayo para hacer daño al Zaragoza, sirvió un movimiento de goleador puro para empatar el partido y decirle al equipo aragonés que el gol en Segunda es la llave de muchas cosas.

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