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Goles y puntos ante la Real Sociedad B, no hay más remedio para el Real Zaragoza

El equipo aragonés recibe este sábado al filial de la Real Sociedad obligado a marcar y a ganar ya en La Romareda (18.15).

La plantilla del Real Zaragoza, al inicio de un entrenamiento en el coliseo de La Romareda, donde este sábado recibe a la Real Sociedad B.
La plantilla del Real Zaragoza, al inicio de un entrenamiento en el coliseo de La Romareda, donde este sábado recibe a la Real Sociedad B.
Toni Galán

Sexta estación de la incipiente liga 21-22 y el Real Zaragoza afronta su duelo de hoy en La Romareda ante la Real Sociedad B con unos pequeños gramos de urgencias. Por más que se quiera evitar ese diagnóstico, por lo prematuro del tiempo de competición, la analítica del momento zaragocista deja impresa una serie de valores sanguineos que así lo advierten. Ganar esta tarde a las jóvenes promesas del primer equipo donostiarra, en un partido sin ningún tipo de precedente histórico, es la única medicina prescrita para que el Zaragoza de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’ mejore progresivamente de un inicio de curso un tanto deslavazado, con muchas obras en su interior y con resultados que han sido insuficientes para alcanzar una velocidad de crucero más agradable, con menos disgustos y más puntos de luz de los que realmente se han dado en el primer mes.

Suma cinco puntos de 15 el cuadro aragonés en la tabla. Pocos. Balance que le permite únicamente hacer equilibrios momentáneamente en la cornisa de los cuatro puestos del vagón de cola, esos que tanto se pisaron y rozaron el año pasado. Cierto es que, en septiembre, no pasa nada por ello, que queda un mundo por delante para meterse en vereda buena. Pero, viniendo de donde se viene, los galenos del fútbol aconsejan huir cuanto antes de ahí e instalarse en terrenos menos sísmicos.

Es una tarde para romper, de cuajo, con una inercia fea, retorcida, que tiene metido al Real Zaragoza de Jim en un bucle nocivo que ya no soportaría más benevolencia de surgir otro patinazo. Porque, en la vuelta del público a las gradas, en las dos primeras citas de esta liga como locales, el equipo blanquillo resbaló ante el novato Ibiza (gemelo del rival de hoy, otro recién ascendido del piso de abajo) con un gris 0-0 y, después, el Cartagena se llevó la victoria de La Romareda por 0-1 en otro de esos episodios desgraciados que tanto se han tragado, a modo de sapos, por Zaragoza en la última década larga. Y esto no ha sido más que una continuidad del final del terrorífico año pasado, donde se salvo el pellejo y la posible liquidación por descenso in extremis. Con un 0-5 adverso en el adiós a la liga ante el Leganés. Solo el 3-0 decisivo que se obtuvo ante el cadavérico Castellón para sellar la permanencia en mayo ejerce de oasis en un serial de aburrimiento y carencias bajo el rol de locales: aquel 0-0 ante el Espanyol, ya en Primera, que fue precedido por otro 0-0 cuando se recibió al Sporting de Gijón...

Realmente, no se disfruta del fútbol en La Romareda desde los tiempos de Cascorro. Y no solo porque durante año y medio no fuese posible acudir a las tribunas. Anda la gente ansiosa por cantar un gol. Un mísero gol. Algo. Por ver a su equipo mandar en el marcador, superar a un rival en juego y abriendo brecha con un tanteador lógico, ganado a base de buen fútbol y acierto rematador. Como siempre fue.

Todo esto es lo que hoy debería solucionar el ‘neozaragoza’ de Juan Ignacio. Primero, volver a marcar un gol en las profundas redes de las preciosas porterías romarediles. Y, después (porque sin gol nunca va a ser posible), que esa eficacia de los delanteros y asociados sirva para ganar, para sumar de a tres y salir del pelotón de los torpes paso a paso. Ante un rival desconocido, raro y peligroso por su perfil de filial, se esperan los primeros goles de Álvaro Giménez, quizá de Nano, o de Sainz. O el estreno este año de Narváez, Azón o Bermejo. La gente con vitola de especialista. La clasificación, además, lo exige.

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